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Sánchez no se va. Mientras pueda, resistirá. Feijóo habla de una moción de censura, pero los vascos son reacios a apoyarle. Los frankenstein viven muy bien con Sánchez. Todos viven muy bien con él, menos el pueblo español, tupido a impuestos, que ve atónito cómo la corrupción no le cambia la cara a Sánchez, aunque la procesión vaya por dentro.
Aldama y su abogado, Choclán, que es listísimo, preparan bombas informativas y judiciales –bombas fétidas– que Aldama y su abogado irán soltando como píldoras. El letrado ha trazado una estrategia perfectamente dirigida. El Gobierno tiene ahí, en el antiguo magistrado de la Audiencia Nacional, un oponente muy peligroso, precisamente por su sabiduría penal. El primer éxito ha sido la puesta en libertad de su cliente.
El propio Aldama ha reconocido que tiene pruebas y que Sánchez conocía toda o parte de la trama, de todas las tramas. Tendrá que demostrarlo, pero se le ve muy seguro de sí mismo. Lo de las mascarillas parece la mayor trapisonda de los últimos años, en un país cuyo principal problema es la corrupción. Sánchez está acorralado y los más cercanos dicen que se muestra irascible, incómodo, temeroso sobre todo por los delitos que el juez Peinado le imputa a su mujer, que parece no tener salida.
Su huida hacia adelante le ha hecho llevarla a sus viajes, no exponerla a la crítica en España. Begoña parece estar, como su marido, más tiempo fuera de España que dentro. Viajes sin sentido, como el de Azerbayán, para hablar del cambio climático, al que asistió prácticamente solo porque ningún país de la Unión Europea, por lo menos a alto nivel, estuvo allí. A Brasil, donde no se trajo en el avión ninguna conclusión. Periplos costosos e inútiles porque su mente está en otra parte.
Pero no se va, primero porque le espera un triste destino; después porque le será difícil pasear por la calle. No tiene empatía alguna con el pueblo y cada salida de La Moncloa supone un serio problema de seguridad y, sobre todo, de imagen.
Víctor Aldama ha anunciado que tiene pruebas de sobra para poner en un aprieto a medio Gobierno y al propio Sánchez. Y a funcionarios de alto rango, supuestamente sobornados por él a cambio de favores. De momento sólo ha citado a unos cuantos, a los que dicen que se van a querellar contra él.
Lo que pasa es que las querellas y las demandas, si es que existen, irán para largo, porque primero se tiene que desentrañar todo el ovillo de las tramas. Y las tramas se estiman complicadas, sobre todo si Víctor de Aldama saca a la luz las bombas fétidas que dice que tiene contra Sánchez y su equipo más cercano.
Incluido el desgraciado de Santos Cerdán, número dos del PSOE, al que sólo le soltaron 15.000 euros, según Aldama. Ni para bocadillos de chorizo en el mercado de San Miguel.
