El papa Francisco no es supersticioso. Desde la ventana del instituto Gemelli, a punto de abandonarlo, ha agradecido la plegaria y las flores amarillas de una mujer que estaba entre el público. Una emisora italiana ha revelado que la señora de las flores es conocida en su barrio, según una vecina, como “La muerta”. Joder, sí es casualidad que estuviera en primera fila y con flores amarillas. Yo me habría cagado de miedo. Por otra parte, antes de trasladarse a Santa Marta en su pequeño Fiat utilitario, el papa pidió que lo llevaran a la basílica de Santa María la Mayor, una de las iglesias “papales” de Roma, donde ya está preparada su sepultura. Joder, papa Francisco, ya son ganas. O sea que para el papa fue una jornada fúnebre, aunque todavía no se haya muerto y ojalá que tenga muchos años más de vida. Lo encontré muy desmejorado, no habla porque se asfixia y apenas puede levantar las manos. Necesitará de cuidados muy especiales en el Vaticano y yo dudo de que esté en condiciones de ejercer el papado, pero supongo que contará con buenos ayudantes a su alrededor. Pero me llamó la atención lo de la mujer gafe, como aquel tenientecillo de “Master and Commander”, que se tiró por la borda porque le llevaba la mala suerte al barco y a sus compañeros. Yo con la señora de las flores amarillas, o al menos su envoltorio lo era, estoy muy mosqueado. Y después de lo que ha dicho la radio romana, ni te cuento. A los gafes hay que mantenerlos lejos. En el Puerto había un ingeniero eléctrico contratado por el Ayuntamiento, que cada vez que pasaba por el pueblo se iba la luz y tenía que ser Tomasito el Negro quien diera el callo en las averías que dejaba el ingeniero detrás, sólo con su pase ante los postes y los generadores. No doy su nombre porque es tío de un amigo mío, que lleva el mismo apellido, aunque no heredó la gafería de su querido tío. Si me llaman por teléfono sí les doy el nombre del sobrino, pero repito que el gafe era el ingeniero, no el médico. En fin, que el papa no es supersticioso, de lo cual me alegro porque de lo contrario ayer hubiera sido un día terrible. Tampoco está de más echarle un poco de humor a la semana que hoy empieza. Yo tuve un chófer que era gafe. Un día chocó tres coches, casi deja sin flota a Radio Burgado en menos de 24 horas. En cierta ocasión jugaba yo en el casino de Santa Cruz e iba perdiendo 3.000 euros. Una mala noche, porque yo no jugaba casi nunca. El chófer me estaba esperando por fuera, lo llamé, le pedí que entrara y que me placara al croupier. Ustedes no se lo creerán, pero recuperé los 3.000 euros y gané otros 3.000, jugando al cero. Es cierto lo que digo.
sábado, 19 julio,2025