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jueves, 16 octubre,2025

El país arde y hay que hacerse la foto

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Pues ya está. El rey Felipe VI no tuvo ni un día de vacaciones verdaderas: arrancó de donde estaba, lanzó un par de llamadas de buena conciencia a los presidentes autonómicos y, zas, volvemos a Madrid nos hacemos fotos con los bomberos de la UME y mostramos preocupación institucional. Todo muy digno, lleno de solemnidad y aplausos ad hoc.

Claro que, puestos a hablar de solemnidad, conviene recordar que mientras unos apagan fuegos de verdad, otros no paran de visualizar dramas y gente desesperada, que pasan de ellas mientras culpan a las competencias institucionales, tu más, no que tú más. Que el competente para apagarlo eres tú, Comunidad, no que lo eres tú, Estado. Y, mientras tanto, los ciudadanos y ciudadanas apagando el fuego. ¿para qué están todos estos políticos e instituciones? Se lo contaría ahora a ustedes, pero lo dejo para otro artículo, que hoy tengo que coger un vuelo y esto lo estoy escribiendo desde el aeropuerto.

En fin, no es un fenómeno nuevo esto de interrumpir la agenda, esta vez la de las vacaciones. El patrón, el rey, “espera” a que Sánchez mueva ficha para salir a escena. ¿Volcán de La Palma? Espera. ¿La dana de Valencia ? Espera. ¿El incendio de Tenerife de 2023, con 15.000 desalojados y medio norte de la isla ardiendo? También espera. Primero se mueve el Gobierno, luego el rey aparece a saludar, como si la idea hubiese sido de La Zarzuela.

Nos venden una coreografía realmente pulida: “Felipe llaman, Felipe vuelve, Felipe visita bases, Felipe se preocupa.” Pero detrás… un escenario bien montado con mucho postureo, y con el mensaje claro de “aquí está el jefe del Estado”. ¿De qué Estado?

Mientras tanto, la UME está hasta el gorro: 3.400 efectivos desplegados, apoyados por decenas de aeronaves del Ejército del Aire y del Ejército de Tierra, para intentar sofocar una oleada ígnea que está arrasando la península. Lo mismo que hicieron aquí en La Palma, cuando la lava se lo llevó todo, o en Tenerife, cuando los  pilotos de helicópteros se jugaban la vida tirando cubas de agua sobre montes en llamas. Aquellos sí que no necesitaban posar para saber lo que era sudar.

Ah, y no nos olvidemos del corte dramático: el Gobierno también ha interrumpido sus vacaciones. Sánchez salta desde Lanzarote, cuando la carnicería climática ya le pisa los talones. Y, claro, entonces se ve obligado —o “movilizado”— a ponerse serio. Y buscar un culpable. El cambio climático. ¿Se lo preguntamos a los dinosaurios?

Y como la guinda que nunca falta, el recordatorio constitucional: el rey no puede moverse sin el refrendo del Gobierno. Vamos, que ni para aparecer en una catástrofe puede decidir solo. Es un rey con correa, y Sánchez lleva la cadena. Triste espectáculo, si lo piensas: en medio del fuego real, el monarca se convierte en figurante. Una pena.

Ahora toca prometer y ofrecer ayudas. Como en La Palma. Chiquito cuento.

Juan Inurria
Juan Inurria
Abogado. CEO en Grupo Inurria. Funcionario de carrera de la Administración de Justicia en excedencia. Ha desarrollado actividad política y sindical. Asesor y colaborador en diversos medios de comunicación. Asesor de la Federación Mundial de Periodistas de Turismo. Participa en la formación de futuros abogados. Escritor.

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