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lunes, julio 1, 2024

El mundo tiene tres vasos de vino de retraso

En el solipsismo sólo existe uno mismo. Nadie más. Imagina un mundo en el que sólo exista una persona. Algo así como una isla con un único habitante o, simplemente, una persona soltera que vive en su casa sin nadie más. Como un día festivo en el que no abre ni el Hiperdino. Con el solipsismo la realidad se diluye tan rápidamente como el azúcar en la leche caliente. El solipsismo es más frecuente en la vida de lo que parece. El dulce sueño de cada noche también es un ejemplo. Incluso en una buena siesta el solipsismo siempre será el soberano. Pero cuando nos despertamos nos encontramos con la realidad y con las reminiscencias del solipsismo. Realidad y solipsismo se rigen por un reloj de veinticuatro horas. Puede que alguno de los problemas que tenga la humanidad provengan de llevar el solipsismo a la práctica. Quién sabe. Hay diferentes grados o manifestaciones del solipsismo. Pongamos el termómetro para palparlo o usemos un periscopio para tener todo el campo de visión.

Aunque parezca una contradicción, tenemos el solipsismo que trasciende y se quiere proyectar al mundo. Esta modalidad de solipsismo necesita de dos personas al menos: el que piensa sólo en sus propios intereses y la otra persona que lo acepta sin más. Muchas veces tendrás esa sensación de que las cosas que ocurren en el día a día son simplemente por la imposición de la voluntad de una persona. Es como un enorme proyector. En ningún momento has intervenido, pero súbitamente te encuentras con una realidad que te atrapa. Esa sensación es el primer elemento de la ecuación. El siguiente factor consiste en comulgar con ruedas de molino. Así es como se construyen muchas realidades en el mundo: aceptar las cosas sin cuestionarte absolutamente nada. Lo que empezó como un mero estado mental subjetivo de una persona se termina imponiendo en la práctica a los demás. Es algo parecido a hacer magia. No requiere esfuerzo.

No obstante, tampoco se puede ser tan ingenuo y menospreciar cualquier pensamiento que sea cosecha propia. De lo contrario, seremos víctima del solipsismo que practiquen otras personas o bien seríamos incapaces de resolver los problemas de la realidad. Tenemos que ver el solipsismo como un concepto útil para entender el mundo en el que vivimos. Cada persona debe ser capaz de imprimir el ritmo que quiera. Decía Pablo Picasso que un acto de creación es un acto de destrucción. Para el genial pintor malagueño la mejor manera de entender algo es comprando un viaje de ida hacia el otro extremo. Algo así ocurre cuando alguien nos pregunta por el sinónimo de destrucción, pero le respondemos con el antónimo que precisamente es la creatividad. Lo bueno en muchas ocasiones es malo y viceversa. Leonardo Da Vinci también entendía el proceso creativo de esa forma pues en vez de escribir al derecho lo hacía al revés. La mejor manera sobrellevar el solipsismo es reflexionar: conjugar los pros y los contras. Aunque los pros y los contras puedan ser contradictorios. Un músico te diría que le encanta bailar con los pros y los contras. En cambio, un guionista de cine no le gustaría del todo porque un buen guion de cine, lineal o no, debe ser coherente. Para Joe Biden las cosas están muy claras. A Joe Biden no le gusta debatir con Trump.

¿Tiene el mundo alguna copa de vino que no haya tomado? Cada copa puede simbolizar el alzado, la planta y el perfil de un edificio. Es decir, si te sitúas delante de un edificio, podrás ver justamente el frente o alzado. El alzado es lo más sencillo de ver. Las cosas se complican cuando quieres ver el perfil y la planta. Con un poco de suerte, si te ruedas hacia uno de los lados, podrás ver el perfil mientras que para la planta lo mejor será acudir a alguna aplicación informática o al Catastro si quieres ver el edificio desde el cielo. El mundo no está hecho como un edificio, pero tienes que mirarlo como si fuera un edificio en su conjunto. Esa sensación de desasosiego a la hora de interactuar con el mundo es constante. El mundo va por un camino y tú también intentas ir por ese camino. Miras ese camino y en ocasiones no sabes si el camino en el que transita el mundo es el correcto. Incluso puede ser que hayas bebido varias copas, pero el mundo no. ¿Tendrá el mundo qué beber alguna copa más? Humphrey Bogart decía que “el mundo entero tiene más o menos tres vasos de vino de retraso”.

El solipsismo es al mismo tiempo un excelente fotógrafo, un discutible realizador y un penoso grafista. En la fotografía realmente no hay palabras. En la realización te limitas a ejecutar lo que otro ha hecho. Todavía no hemos salido del solipsismo. Pero llega el momento del grafismo e irrumpen la interpretación y las palabras. Y es que por mucho que digan que una imagen vale más que mil palabras, necesitamos fundamentalmente palabras para vivir. Es cierto que hay palabras que puede ser triviales, pero hay otras que nos ayudarán a superar el solipsismo y, en definitiva, a desterrar la soledad.

Jaime Díaz Fraga
Jaime Díaz Fraga
Abogado. Colaborador en distintos medios de comunicación.

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