El director del FBI, Kash Patel, anunció el cierre del emblemático edificio J. Edgar Hoover en Washington D.C., sede principal de la agencia desde 1975. La decisión se debe a preocupaciones sobre la seguridad estructural del edificio y forma parte de un plan para descentralizar las operaciones del FBI.
Como parte de esta reestructuración, 1.500 empleados serán trasladados: aproximadamente 1.000 se reubicarán en oficinas de campo en diversas partes del país, mientras que 500 serán destinados a una instalación del FBI en Huntsville, Alabama.
Patel, quien asumió el cargo recientemente, enfatizó la necesidad de proporcionar un entorno de trabajo seguro y adecuado para el personal de la agencia. Además, destacó la importancia de descentralizar la fuerza laboral, señalando que una parte significativa de los agentes del FBI está actualmente concentrada en el área de Washington D.C., a pesar de que no todos los delitos importantes ocurren allí.
El edificio J. Edgar Hoover, conocido por su estilo brutalista y considerado por algunos como una de las construcciones más feas del mundo, ha sido objeto de críticas durante años. La administración Trump había bloqueado previamente un plan para trasladar la sede a Greenbelt, Maryland, debido a preocupaciones sobre la integridad del proceso de selección del sitio.
La alcaldesa de Washington D.C., Muriel Bowser, expresó su preocupación por la decisión, afirmando que la presencia del FBI en la ciudad contribuye a la seguridad nacional y que están dispuestos a ayudar a encontrar instalaciones temporales y permanentes dentro de la región.
Esta medida se enmarca en una serie de cambios estratégicos bajo la administración Trump, que incluyen la reorientación de las prioridades del FBI hacia la lucha contra el crimen violento y la inmigración ilegal. Además, se ha informado sobre la disolución de una unidad dedicada a investigar la corrupción pública en la oficina de Washington, aunque se asegura que estas investigaciones continuarán a través de otras unidades.