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El Espanyol dio hoy un auténtico golpe de efecto en el arranque de la Liga 2025-26 al remontar un partido que prometía dominio rojiblanco. El Atlético de Madrid se adelantó con un golazo de falta de Julián Álvarez (37′), pero en la segunda mitad el conjunto perico dio la vuelta al marcador gracias al tanto de Miguel Rubio tras un saque de esquina (73′) y un cabezazo inapelable de Pere Milla en el 84′. Un resultado que deja al Espanyol en posición de optimismo, y al Atleti con más sombras que luces en su nuevo proyecto.
El duelo comenzó con un Atlético renovado y con intención. Siete fichajes en el once inicial daban señales de equilibrio entre vocación ofensiva y presión alta. Sin embargo, fue Julián Álvarez quien, con un disparo magistral desde la frontal, abrió la lata antes del descanso. Un gol que parecía destinado a encarrilar el partido, pero que no alcanzó para frenar la reacción de un Espanyol que ajustó su plan y mostró convicción.
La segunda parte transcurrió con un guion distinto. El Espanyol irrumpió con determinación y encontró premio en una acción a balón parado: Edu Expósito botó un córner con precisión, y Miguel Rubio consiguió batir a Oblak. Luego, Pere Milla firmó la remontada con un remate acrobático de cabeza, colocándola junto al poste y dejando sorprendido a Oblak.
Por su parte, el Atlético mostró errores de lectura táctica y falta de contundencia en defensa. Pese a contar con figuras como Baena, Almada y el propio Álvarez, la fluidez no se tradujo en peligro exterior. El entrenador, Diego Simeone, evidenció su irritación durante la pausa de hidratación cuando pidió retiraran un micrófono de su espacio técnico; un gesto sintomático de la tensión dentro del campo.
Este triunfo no es solo tres puntos; es una declaración de intenciones del Espanyol, que tras la renovación de Manolo González y con nuevos dueños al frente, busca redefinir su narrativa desde el primer partido. Para el Atlético, la derrota desvela que la revolución de fichajes no ha resuelto sus carencias estructurales. La cuestión es clara: el verano ha sido intenso —en fichajes y expectativas—, pero el espejo de hoy refleja aún un equipo que cojea en momentos determinantes. Habrá que dar un margen de confianza.