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La creciente tensión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el empresario Elon Musk, fundador de SpaceX, ha desatado una crisis en la NASA, con un presupuesto para 2026 que recortaría aproximadamente el 24% de su financiación, amenazando con cancelar 40 misiones científicas activas o en desarrollo. Este enfrentamiento por disputas sobre políticas fiscales y contratos gubernamentales ha generado temores sobre el futuro de la exploración espacial y el liderazgo científico de Estados Unidos.
El conflicto entre Trump y Musk se intensificó la semana pasada cuando el presidente amenazó con cancelar contratos federales con SpaceX, valorados en unos 22.000 millones de dólares, tras críticas de Musk al proyecto de ley de gastos y recortes fiscales de la administración, al que calificó como una «abominación repugnante». En respuesta, Musk anunció inicialmente que SpaceX comenzaría a desmantelar su nave Dragon, esencial para transportar astronautas y suministros a la Estación Espacial Internacional (EEI), aunque horas después retractó esta amenaza tras un llamado a la calma en la red social X.
El presupuesto de la Casa Blanca, enviado a la NASA el 10 de abril de 2025, reduce la financiación de la agencia de 24.800 millones a 18.800 millones de dólares, el nivel más bajo desde 2015. La Dirección de Misiones Científicas (SMD) sufriría un recorte del 47%, pasando de 7.300 millones a 3.900 millones de dólares, lo que implicaría la cancelación de misiones como el Mars Sample Return, DAVINCI (exploración de Venus) y varios satélites de monitoreo climático. Además, se propone eliminar el cohete Space Launch System (SLS), la cápsula Orion y la estación lunar Gateway tras la misión Artemis III, priorizando sistemas comerciales como los desarrollados por SpaceX y Blue Origin.
El presupuesto también recorta 508 millones de dólares en operaciones de la EEI, reduciendo su tripulación y programas de investigación, y elimina 346 millones en programas de aviación sostenible, además de programas educativos de la NASA, calificados por la administración como «woke».
Expertos han calificado estos recortes como un «evento de nivel de extinción» para la ciencia espacial. Casey Dreier, jefe de políticas espaciales de la Sociedad Planetaria, advirtió que cancelar misiones activas, como Juno y MAVEN en Marte, desperdiciaría miles de millones en inversiones previas y limitaría descubrimientos sobre la habitabilidad de Marte o Venus.
La propuesta también afecta colaboraciones internacionales, como las misiones con la Agencia Espacial Europea (ESA) para devolver muestras de Marte y enviar el rover Rosalind Franklin al planeta rojo. La cancelación de Gateway y la reducción de operaciones en la EEI podrían restringir el acceso de aliados como Japón y Canadá al espacio.
El propio Musk expresó su preocupación en abril, calificando los recortes como «inquietantes», aunque señaló que no podía participar en discusiones presupuestarias debido a que SpaceX es un contratista importante de la NASA. Sin embargo, el presupuesto destina 1.000 millones de dólares a misiones enfocadas en Marte, alineadas con la visión de Musk de colonizar el planeta rojo con su cohete Starship.
La retirada de Jared Isaacman, nominado por Trump para liderar la NASA y aliado de Musk, añadió más incertidumbre. La Casa Blanca lo descartó tras revelarse sus donaciones a candidatos demócratas, dejando a la NASA sin un administrador confirmado en un momento crítico.
Los recortes propuestos, que aún deben ser aprobados por el Congreso, podrían ceder el liderazgo espacial a países como China, cuya inversión en ciencia espacial está en aumento. Expertos como Ehud Behar, exinvestigador de la NASA, advierten que la reducción de fondos podría retrasar descubrimientos clave y debilitar la competitividad tecnológica de Estados Unidos en las próximas décadas.
La comunidad científica y los legisladores se preparan para un debate intenso en el Congreso, donde se decidirá si estas reducciones se materializan o si la agencia puede preservar su papel como líder mundial en exploración espacial.