Hubo un día, en el mes de octubre de 2024 que el Real Madrid, jugando contra un desconocido equipo francés, se olvidó de cómo se practicaba el fútbol. Y después de siglos sin perder –ya le había avisado el Alavés— cayó derrotado en la Francia del norte por 1-0. No le salió nada al equipo de Ancelotti, ni la heroica. Fue una caricatura, una murga, una orquesta desafinada, tiró a la basura todos los millones que cobran sus jugadores. Y estos se llevaron no sé cuántas tarjetas, todas merecidas. A mí este formato no me gusta, creo que no le gusta a nadie, pero llena estadios muchas veces seguidas. La industria del fútbol acabará, incluso, con la épica. Y el equipo de Ancelotti parece una tortuga reumática: sin ilusión, sin fluidez, con mala suerte; es decir, los defectos que jamás tuvo.
El Real Madrid, con mejores jugadores, está mucho peor que el año pasado. Y recurre a algo muy malo en el fútbol: dejarlo todo para el final. Es entonces cuando la ansiedad se apodera del equipo y lo hace pequeño. Con ansiedad yo escribo mucho peor que sin ella. Con ansiedad un médico opera mal. Con ansiedad un abogado redacta mal una demanda. Con ansiedad un cocinero prepara peor un plato. El estrés acorta la vida pero también con él se dejan de ganar ligas y copas de Europa y torneos de intensidad mediana. La ansiedad es malísima para el deporte también.
No funcionó ninguna de sus líneas en el Madrid y le funcionó todo al Lille, que incluso dispuso de un penalti para marcar, por mano clamorosa de Camavinga. Yo estoy dudando ahora si al Real le hacía falta Mbappé, si Vinicius sólo juega cuando quiere y si el joven Endrick es otro Jovic. La verdad es que esta noche dudo de todo y de todos. Si el Real Madrid se presenta al concurso de murgas de Santa Cruz, queda en el segundo puesto; pero por malo.
Por eso me permitan que no hable de fútbol, porque el poco que hubo fue del Lille –Lila, se decía antes en español—y, la verdad, no me apetece hablar de un equipo que llegó a la Champions en la repesca, de rebote, pero que ayer le salió todo bien.
Da un paso atrás en Real Madrid en este torneo de ocho partidos, en el que tiene que quedar, me parece, entre los cinco primeros. Ya está a la altura del F.C. Barcelona, que juega un rato mejor que el Real Madrid y demuestra más peligro que el equipo que viste de blanco. Hoy, don Santiago Bernabéu se hubiera ido cabreado a Santa Pola, a echar la Saeta al mar.