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miércoles, 25 junio,2025

El Barcelona se dejó la piel y las ilusiones en San Siro

Más que una crónica, que ustedes la tienen en todos los periódicos de España, haré una reflexión. Un equipo que lleva el dominio del partido durante casi 60 minutos, que supera un 2-0 del Inter en el primer tiempo, que se adelanta hasta el 3-2 en la segunda mitad, no puede perder una semifinal de Champions.

¿Qué ocurrió? Pues que frente a la brillantez y al dominio se colocó el entusiasmo de un Inter que tiene un índice de aciertos muy especial, un portero fantástico –el suizo Sommer–, que ayer hizo el mejor partido de su vida, y una tremenda capacidad de sacrificio de estrellas como Lautaro. Junto a ellos, Filippo Inzaghi, que es un entrenador que le ha cogido el truco al equipo. Nada más, este sería el resumen. Era una delicia ver jugar a Inzaghi en aquellos tiempos. Ahora es una delicia tenerlo como entrenador.

Es rara la forma de jugar del Barcelona, porque aunque había superado al Inter seguía jugando con una defensa adelantada. Claro que si cambia el sistema, pues no tendría los éxitos que ha logrado esta temporada, sorprendiendo a los rivales y levantando partidos a última hora. Flick nunca cambia el sistema. Al menos del todo.

Sommer, el portero del Inter, el mejor del partido.

Hay un hueco en la defensa del Barça porque Araújo, no sé por qué, ha ido a menos. Era un central sólido y ya no lo es. Y Cubarsí es demasiado joven para no cometer esos penaltis, como el que le sacó Lautaro, que significó el segundo gol del Inter. El primero, que lo marcó precisamente Lautaro, fue un fallo clamoroso de Dani Olmo. Perdió un balón que nunca se puede perder y menos con un equipo que juega tan adelantado.

El polaco Marciniak es el mejor árbitro de Europa. En mi opinión su actuación de ayer fue irreprochable. Pitó lo que vio. Hasta los comentaristas más culés reconocieron que pitó bien, aunque dicen también los culés que en la duda barrió para dentro. Era un partido muy difícil de dirigir. Y hay que decirle a Íñigo Martínez que hay que escupir, pero para dentro, o en el césped, no sobre los rivales. No lo vio Marciniak, para su suerte, porque eso era tarjeta roja. Ante todo, fair play, educación y respeto. Hansi Flick fue noble: “Lo que tenía que decirle al árbitro se lo he dicho a él”. Es un tipo educado que merece el respeto de los aficionados. Al final de la rueda de prensa dijo: “Hemos hablado más del árbitro que del partido; felicito al Inter”.

No hay que echar las culpas a nadie. Frente a la clase ganó el entusiasmo. El Inter es un equipo difícil de batir, aunque esté enfrente Lamine Yamal, que si le respetan las lesiones y no se altera su escalada, va camino del estrellato. No lo echen a perder. Déjenlo que crezca solo.

El prepotente Laporta ya se relamía en las gradas cuando en el descuento empató el Inter. El Barcelona se jugaba la final de la Champions, que hace diez años que no vive. Y se confió un poco, no defendió con contundencia, no hizo el partido adecuado, aunque el match fue un canto al fútbol. Uno más. El Barça sólo se puede reivindicar ganándole el domingo al Real Madrid y, por tanto, conquistando la Liga. Tras el partido del domingo se despedirá oficialmente Ancelotti.

El Barcelona, con los chicos de la cantera y dos o tres superclases –Rhapinha, Lewandoski—, ha hecho un gran equipo. Y esto hay que reconocerlo. No tiene un euro, no puede hacer grandes fichajes, pero lo han conseguido. Y también está el acierto de haber fichado a un excelente entrenador. No sé si es obra de Laporta o de su equipo o de todos, pero ahí está. Ha ganado la Copa del Rey, ha llegado a semifinales en la Champions, está construyendo un estadio, mal o bien, ha vendido mucho humo y vuelve a ser uno de los grandes de Europa.

¿Que pudo ganar ayer? Estuvo a dos minutos de ello. También el Inter contaba y este Inter de Inzaghi tiene un elemento fundamental, o dos: la preparación física y la velocidad de algunos de sus jugadores, que se van de cualquier defensa. Gane quien gane la final, será una final apasionante la de Múnich. En realidad, ya da igual quien la juegue.

Ya ven: el Barcelona remonta un dos a cero, el Inter le empata en el descuento y en la prórroga el Inter vuelve a marcar para ganar la semifinal. Los jugadores de los dos equipos estaban fundidos. Aún en el último momento de la prolongación Yamine Lamal pudo anotar, por dos veces, pero ahí estaba Sommer, que es un porterazo.

Al Barça sólo le queda ganar la Liga y hacer doblete. En su resurrección, no estaría mal. Viendo el partido de ayer y tal como está jugado el Real Madrid y con las bajas que tiene, el domingo el equipo de Ancelotti, que se va a B rasil, no tiene nada que hacer. Pero en Sevilla, en la final de Copa, el Madrid pudo ganarle al Barça. O sea que será otro choque apasionante, sólo por lo incierto que es el fútbol, porque hoy el Barcelona es más equipo que el Real Madrid. Y más valiente. Lamento tener que decir esto.

A. Hernández-Romero
A. Hernández-Romero
Bajo el seudónimo de A. Hernández-Romero escribe un colectivo de periodistas deportivos que colabora con este periódico.

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