El Barcelona es como don Erre que Erre, aquel personaje de Paco Martínez Soria. A base de tocar la pelota aburre a sus rivales y en los descuidos defensivos, les marca. Su fútbol se parece al de antes, aunque un poquito menos tiki-taka.
Pero le da resultado, porque lleva una racha de triunfos. Ayer no goleó, pero eliminó al Atlético de Madrid de la Copa del Rey/Mapfre, con un solitario gol de Ferrán, que recibió un pase y se anticipó a la salida del portero. Un buen gol. La defensa del Atlético de Madrid estaba cogiendo nísperos.
Luego, ninguno de los dos equipos no llegaba bien a las porterías rivales. Un poco de leña y mucho juego en el centro del campo, pero nada que ver con el partido que jugaron el Real Madrid y la Real Sociedad, el martes.
En el segundo tiempo empató Sorloth para los colchoneros, pero el árbitro anuló el gol por fuera de juego. Justito, pero lo fue. El partido tuvo muy poca historia, salvo que el Atlético, que ya había tirado la Liga, se queda también sin final de Copa, dando paso a un apasionante Real Madrid-Barcelona, a finales de este mes, el día 26, en La Cartuja, en Sevilla.
El Barcelona centra todo su juego en los dos medios excepcionales que tiene, Pedri y Frankie de Jong, que junto a Raphinha fueron los mejores de su equipo. También Koundé hizo un buen trabajo por su banda, poniendo en aprietos en varias ocasiones a la defensa atlética.
Se esperaba mucho más del Atlético de Madrid, en su campo. A sus jugadores se les vio agotados. Tendrán que hacer un esfuerzo final para ser terceros en la Liga, definidas ya las dos primeras posiciones para el Barcelona y el Real Madrid. ¿Quién la ganará? Pues el Barcelona depende de sí mismo. Habrá que esperar a ver si pincha en el partido menos pensado.
Yo creo que Simeone abusa ya del histrionismo y que con el equipo que tiene tendría que haber ganado algo este año. Pero ya no puede, se acabó. O sea, que ha tirado la toalla y es una pena.
El Barcelona sigue con su fanfarronería. Puede que tenga que apartar a jugadores por el fair play financiero. Parece que la Liga no se ha tragado lo de los palcos, que es otro fraude más del trampero de Laporta. Pero al Barcelona se le perdona todo y si la Liga no, o la Federación, ahí está el Consejo Superior de Deportes, donde manda Pedro Sánchez, que es culé de conveniencia.
En fin, este partido sí que no pasará a la historia. Uno del montón, sin demasiada emoción más que en los minutos finales cuando el Atlético acorraló a su rival en su área, pero no consiguió marcar. Una pena, pero se tenían que haber pensado antes eso de la presión.