El Barcelona juega mejor que el Madrid y se desembaraza de sus rivales a velocidad de vértigo. Ayer goleó de nuevo al Valencia (0-5) y se plantó en semifinales de la Copa del Rey. El miércoles, el Madrid hizo un esfuerzo agónico para eliminar al Leganés. Y tuvo que ser un chico que debutaba, en el último minuto, quien inclinara el marcador en favor de los de Ancelotti.
El Barcelona juega con una especie vértigo. Ferrán marcó tres goles, que no celebró por su formación valencianista, y Lamal y Fermín uno cada uno. Pudieron haber sido diez. Y el Barcelona tiene también una diferencia con el Real Madrid: machaca a sus rivales y los del Real marcan y aflojan, como queriendo poner emoción hasta el último minuto. O como si subestimaran al oponente.
Fue un partido muy bien jugado, sólo por parte del Barça, que sorprendió a los valencianos en el minuto tres con el primer gol. No le dejó respirar en todo el partido y Pedri volvió a ser uno de los mejores del partido. Tampoco el suplente del Valencia, el meta Dimitriovski, va a ser nombrado mejor portero del mundo. Le metieron un par de goles bobos. A lo mejor le duran los efectos del empujón –falso— de Vinicius.
Tenemos a un equipo –el Barça— capaz de dar un susto en la Liga y en la Copa. No creo que en la Champions, pero sus juveniles son muy buenos y es un equipo tremendamente eficaz. Ayer dio espectáculo y hoy por hoy va a ser muy difícil ganarle porque tiene muchísimo gol, defiende bien y un centro del campo prodigioso. Al Real Madrid le va a ser muy complicado, con el Barcelona de por medio, ganar la Copa y la Liga. Ya lo veremos, yo con los pronósticos no soy muy bueno.
El Valencia es carne de Segunda División. La gente se marchó del campo anticipadamente y los que se quedaron ironizaron con olés algunos pases de su equipo. Volvieron a recrudecerse los gritos contra el palco, pero el que compra, manda. El dueño, en el mercado libre del fútbol, es Peter Lim. Otra cosa son los sentimientos, pero entonces son los valencianos quienes deberían comprar el club, no sólo un abono.
Más preocupados por la salvación que por la Copa, el Valencia tiró el partido y el Barça aprovechó para apabullar. Laporta ocupa dos sillas del palco y sonreía como un cacique mandarín. De la nada, sin un euro, ha hecho un gran equipo que luego pierde en lo más fácil y no ha sabido aprovecharse del todo de los fallos garrafales del Madrid. A ver qué pasa en los próximos días y si se enfrentan en semifinales de Copa, porque últimamente al Madrid le tocan los mejores. ¿Lo habrá abandonado la suerte?
