Un equipo internacional de paleontólogos ha desenterrado en el desierto de Gobi, en Mongolia, lo que se considera la garra de dinosaurio más grande y mejor preservada jamás encontrada, perteneciente a una nueva especie bautizada como Duonychus tsogtbaatari. El hallazgo, anunciado a finales de marzo, ha generado gran emoción en la comunidad científica y ofrece nuevas pistas sobre la evolución de los dinosaurios terópodos.
La garra, que mide casi 30 centímetros de largo y conserva intacta su funda de queratina —similar a las uñas humanas—, fue descubierta hace varios años por personal del Instituto de Paleontología de Mongolia, pero su análisis detallado se publicó recientemente en la revista iScience. Este fósil excepcional no solo es el más grande de su tipo encontrado en tres dimensiones, sino que también revela características únicas de la especie, que vivió hace aproximadamente 90 millones de años, durante el período Cretácico.
Duonychus tsogtbaatari, cuyo nombre significa «dos garras» en griego, pertenece al grupo de los terizinosaures, dinosaurios herbívoros o omnívoros conocidos por sus cuerpos robustos, cuellos largos y garras curvadas. Sin embargo, lo que distingue a esta especie es que solo tenía dos dedos funcionales en cada mano, a diferencia de la mayoría de los terizinosaures, que tenían tres. Estas garras, descritas como «semejantes a hoces», probablemente se utilizaban para alcanzar vegetación alta, cavar o incluso como señal de exhibición para atraer parejas o intimidar rivales.
El descubrimiento también incluye restos fósiles adicionales, como partes de la cola, columna vertebral, caderas, piernas y brazos del dinosaurio, lo que permite una reconstrucción más completa. Los investigadores estiman que Duonychus medía unos 3 metros de altura y pesaba alrededor de 260 kilogramos, con un aspecto que algunos han comparado con una mezcla entre un perezoso, una jirafa y el personaje de ficción Edward Scissorhands, debido a su apariencia inusual y sus impresionantes garras.
El hallazgo en el desierto de Gobi, reconocido por la UNESCO como el mayor repositorio de fósiles de dinosaurios del mundo, subraya la importancia de esta región para entender la diversidad y evolución de los dinosaurios durante el Cretácico. El equipo, liderado por Yoshitsugu Kobayashi de la Universidad de Hokkaido y Darla Zelenitsky de la Universidad de Calgary, destacó la rareza de encontrar una funda de queratina preservada, ya que este material suele descomponerse rápidamente después de la muerte de un animal.
Los científicos sugieren que la pérdida de dígitos en Duonychus es un ejemplo de reducción digital, un fenómeno evolutivo en el que ciertas especies desarrollan menos dedos con el tiempo. Este rasgo, que también se observa en otros linajes de dinosaurios, podría haber sido una adaptación para optimizar su estilo de vida herbívoro en un entorno árido con vegetación dispersa.
El descubrimiento ha sido celebrado como un avance significativo, no solo por el tamaño y estado de conservación de la garra, sino también por lo que revela sobre la diversidad de los terizinosaures, un grupo ya considerado «extraño» entre los dinosaurios. «Este hallazgo rompe el molde de lo que esperábamos de los terizinosaures y nos ofrece una ventana única a cómo evolucionaron sus extremidades», afirmó Kobayashi en una entrevista.
Aunque el fósil fue encontrado hace años, su estudio detallado y la identificación de la nueva especie han capturado la atención global, con publicaciones en medios internacionales y redes sociales destacando la rareza y el impacto del descubrimiento. Los investigadores planean continuar explorando el sitio en el desierto de Gobi, con la esperanza de encontrar más especímenes que amplíen el conocimiento sobre esta fascinante criatura prehistórica.