Que coja esto quien quiera y por donde quiera. Ayer, Joseph Oughourlian, nuevo presidente de Prisa, escribía un artículo en “El País”, en el que hablaba de libertades y hacía una síntesis de la trayectoria del periódico y de la labor de Jesús de Polanco, a quien conocí, en la construcción de la nueva sociedad española. Miren, “El País” nació casi al mismo tiempo que “Diario de Avisos” y el modelo de periodismo del que fue mi periódico –porque ayudé a su construcción y fui consejero y subdirector—era muy parecido al de “El País”, ideologías aparte. El “Diario” era un periódico del mundo agrario, que nació no para ganar dinero sino para defender el cooperativismo, para apoyar a la Caja Rural y los valores del campo y para defender la posición de la derecha democrática y civilizada de la bendita Transición.
No se pueden olvidar nombres como los de Pedro Modesto Campos, Elías Bacallado, José Fumero, Pepe Capón, Jaime Daruis, Tomás Gimeno, Federico Isidro Sánchez, los principales inversores, tras comprar el nombre y la propiedad del periódico al empresario y agricultor palmero Antonio Carrillo Kábana. Hay una anécdota de cuando Pepe Capón y Pepe Fumero, que eran muy bajitos, fueron a La Palma a entablar conversaciones con Antonio Carrillo, que también define el carácter de los palmeros. Los dos consejeros de Canavisa, Fumero y Capón, se apostaron una cena en La Riviera a que salían de La Palma sin un nombrete puesto.
Y cuando fueron a facturar al aeropuerto, el empleado de Iberia que les entregó la tarjeta de embarque, preguntó: “¿Así que ustedes son los Enanos del Diario? Pues deberían ir a ver a la Virgen de la Nieves antes de embarcar; vayan, que les da tiempo”. Ya habían sido bautizados, tras un breve paseo por la Calle Real y después de cerrar el precio del periódico con Antonio Carrillo Kábana. Cuando el 23 F., el “Diario de Avisos” fue, con “El País” y otros dos o tres periódicos regionales, con Tejero aún dentro del Congreso dando tiros y la democracia secuestrada y en almoneda, los medios que se atrevieron a editorializar sobre la libertad y la democracia. Oughourlian lo recordaba ayer en su carta, pero dándole carácter de valentía exclusiva a su periódico.
No, no fue sólo “El País”. Estábamos nosotros –yo era entonces director en funciones del “Diario de Avisos”— y el editorial “Golpe contra la democarcia” lo escribí con estas manos, en mi vieja Olivetti azul, con un jeep lleno policías militares enviado por González del Yerro y aparcado en la esquina de Méndez Núñez y Santa Rosalía “para protegernos” (por los cojones). Y, es verdad, en contacto permanente con Leopoldo Fernández Cabeza de Vaca, el director, que estaba en Madrid porque lo había invitado Fraga a una queimada, y con Pedro Modesto Campos, que estaba en Bruselas al frente de los dirigentes plataneros para alguna gestión en la entonces CEE. O sea, que, señor Oughourlian, no fueron solamente los redactores de “El País” quienes se jugaron el cogote. Nosotros también. Y más con un capitán general de Canarias cuyo papel fue ambiguo en los primeros momentos del golpe. Ahora que no me vengan los niñatos a decir lo que yo tengo que hacer, porque un servidor tiene el culo raspado de servir a Canarias, de servir a España y de servir a esta sociedad. He decidido emprender esta aventura de “El Burgado”, ad amorem, un diario digital al que algunos se atreven a llamar página web. No, esto es un periódico on line. De página web, nada. Un periódico, con mayúsculas, que defiende la libertad y la democracia y que tiene ideas propias, contiene alguna que otra gilipollada –es inevitable en todos los medios— y procura hacer las cosas bien. Muy acertada la cita de Oughourlian de George Orwell: “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas”. Cuando yo pierda mi libertad, me voy. Lo he hecho siempre así. Me fui del “Diario de Avisos” por culpa de la derechización del “Diario” (y volví, gracias a la generosidad de mi amigo Lucas Fernández); me fui de “La Gaceta de Canarias”, cuando vi que perdía mi libertad como director; me he ido –o, si quieren, me han echado—de los lugares en los que no me he sentido cómodo. Y lo seguiré haciendo, a mis 77 años y con ganas aún de seguir haciendo periodismo. Pero del bueno, del entretenido, del que hace reír y del que cabrea. Lo digo para que cuatro gilipollas que acaban de llegar y que me quieren utilizar como ariete de sus ambiciones no me toquen las pelotas, que ya las tengo más lisas que Villar, el amigo de Jaimito. Espero que me dé tiempo para hacer de “El Burgado” el periódico que siempre soñé. Y agradezco a los que me acompañan en esta empresa su colaboración, porque si no lo hiciera cometería un pecado de vanidad y me convertiría en un desagradecido. Y ya hay demasiados vanidosos en este mundo. El periodismo es muy difícil, muy arriesgado y muy raro. Y sobra cualquier feria de las vanidades. Dejemos esto para el cine.
