⏱ 7 min de lectura

Me contaba Luis Mardones, paz descanse, que él llevaba el traje de mago en el maletero del coche y que cuando pasaba por un pueblo y veía una fiesta romera, se iba a un zaguán de confianza, se ponía el traje de mago, se quitaba el otro, y a integrarse en el festejo. Pues no digo yo que no le vaya a pasar lo mismo al profesor Antonio Alarcó, adjunto primero al diputado del común, bueno, diputada, que ayer tuvo el humor de llevarse el traje de mago a La Palma y de asistir a los festejos primeros de la Virgen de las Nieves, luego empercharse para presenciar el izado, la bendición y el arriado de la mariana bandera, acudir a la procesión, al paseo romero y a lo que hiciera falta.


Tiene el don de la ubicuidad, está confirmado. Rodeado siempre de bonitas mujeres palmeras, que eso sí que tiene La Palma, mujeres guapísimas. Son las palmeras las más guapas de Canarias, las más altas, las más elegantes. Ayer, ya lo dije, se produjo el izado y la bendición de la bandera mariana, después de diez años, la procesión hasta el castillo, la misa romera y todo eso que le gusta tanto a los palmeros. Dicen que jamás había asistido tanta gente a estos festejos, que el aeropuerto estaba lleno a rebosar, que Binter se vio obligada a reforzar sus líneas entre Tenerife y La Palma, que los aviones iban y venían a tope, que la Calle Real estaba preciosa y que los palmeros vibraban porque hacía tiempo que las fiestas no se celebraban, supongo que por el covid, aunque no estoy yo muy puesto en estas zarandajas.


No había autoridad viviente que no acudiera a la iglesia de las Nieves, donde se venera la Virgen, ni a la procesión hasta Santa Cruz, la capital que ellos llaman La Palma, lo cual es una tirada. Yo no sería capaz. Y subir, menos. Aunque a mí lo más que me gusta de La Palma son los chicharrones del “Chipi”. Aquí se pueden saborear en la Cuadra del Palmero y creo que en el Bar Atlántico, a petición. Yo me los zampo cada vez que cae en mis manos un táper con los chicharrones con gofio. Son exquisitos, los mejores que he comido en mi vida. A ver si alguien me dice dónde puedo encontrar chicharrones buenos, sin pelos, que son mi especialidad. Por cierto, este fin de semana me he comido unas morcillas canarias que estaban excelentes. No son como las de Burgos, hay que decir la verdad, pero tampoco desmerecen. Cambio de asunto y digo que los enanos estiran sus cortas piernas en La Palma, mientras en Tenerife hay otros enanos que escriben en los periódicos algunas tonterías. Yo tengo censados a dos. Corto censo como cortas son sus piernas. A los enanos les ha dado siempre por escribir. Ya prohibieron en Miami aquella deleznable costumbre de alquilar unos enanos que se prestaban a ello, a la salida de cierta discoteca, que por veinte dólares te dejaban que los lanzaras contra unas mullidas colchonetas. Había campeonatos a ver quién los lanzaba más lejos. Aquello era una crueldad; y luego hablan de la crueldad española de los toros y de las cabras cagando en las playas donde se baña la gente. Pero lo cierto es que los tíos se hacían de oro. Ya digo que felizmente lo prohibieron, menos mal. Atentaba contra la dignidad de las personas. Los enanos de La Palma resultan un espectáculo enternecedor, numerados ellos y con sus enormes gorros. El año pasado, o el anterior, me regaló Toni Acosta un enano con mi nombre, conmemorativo de las fiestas. Y hace años me invitó Miguel Concepción a ver el baile de los enanos y a una casa preciosa que tiene en la isla de La Palma, donde me atendió estupendamente con su familia, cosa que le agradezco. Tenía ganas de que se acabara el fin de semana porque yo odio las aglomeraciones y se celebraba el festival de reguetón en el Puerto de la Cruz, que me han dicho que fue un éxito. Miles de personas asistieron a esta especie de anti música y la parte marítima de la ciudad, la de la explanada del muelle, era un jolgorio. Y de gentes venidas desde muy lejos para asistir a esta fiesta. A mí me gustaba mucho más el Festival de la Canción del Atlántico. Comienzan las Fiestas de Julio del Puerto, con la embarcación de la Virgen del Carmen y todo eso, que será el día 15, que es martes, aunque el día del Carmen sea el 16, pero no cae en martes. Me parece que este año no canta Chago, al menos eso me dijo hace meses. El programa no ha salido, saldrá, como es habitual, una vez que hayan terminado las fiestas. Antes me invitaban a escribir en él, pero ya no. Ahora caigo antipático porque me he vuelto un viejo huraño y mal encarado. Y ahora me cerrarán la calle todos los días, lo cual es bueno porque salgo del garaje al revés y salgo y entro al Puerto en un plis/plas, sin necesidad de cruzar toda la ciudad cada vez que me desplazo. Finalmente, decirles que ayer se celebró la romería de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, en La Orotava, para mí la mejor de Canarias. Estaba engalanada hasta la casa de Juan del Castillo, paz descanse, desde donde yo veía pasar el cortejo romero en algunas ocasiones y probaba los postres villeros que Juan ofrecía y que encerraba en una habitación sin moscas hasta que llegara la hora de sus invitados comérselos. Ni un minuto antes. El personal se lanzaba a los postres como los cochinos a las cáscaras, dicho sea con el debido respeto y a perdonar por la comparancia. Una vez el perro de Juan, que era muy celoso de su oficio de guardián, le mordió los huevos a un capitán general, ante la consternación de su dueño. El hecho de que ayer la casa estuviera abierta y enramada ayer significa que la heredó alguien, de lo cual me alegro. Hacienda no, porque la Agencia Tributaria no enrama. Sólo jode. Una vez me tiraron una papa en un ojo, situado yo en una ventana de la casa de Juan, y tuve el ojo papo durante un mes, o más. Joder, qué puntería la del amigo que me quiso obsequiar con una papa guisada, en una casa en donde yo disfrutaba de un banquete.