Claudia

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Claudia Cardinale, una de las grandes divas del cine europeo del siglo XX, falleció este martes en Nemours, a las afueras de París, a los 87 años. La noticia fue confirmada por su representante, Laurent Savry, quien destacó que la actriz deja “el legado de una mujer libre e inspirada, tanto como artista como persona”.

Nacida en Túnez en 1938, hija de inmigrantes sicilianos, Cardinale comenzó su carrera tras ganar un concurso de belleza que la llevó a Italia. Bajo la tutela del productor Franco Cristaldi, que más tarde sería su marido, empezó a abrirse paso en una industria dominada por figuras como Sophia Loren y Gina Lollobrigida. Aunque al principio debió enfrentarse a la imposición de doblar su voz por su fuerte acento francés, pronto se consolidó como una presencia magnética en la pantalla.

Su consagración llegó en los años sesenta con títulos como 8½ de Federico Fellini y El gatopardo de Luchino Visconti, junto a Burt Lancaster y Alain Delon. También brilló en Hollywood, con películas como La pantera rosa y Hasta que llegó su hora de Sergio Leone, que la situaron como icono internacional. Musa de grandes directores, la actriz combinaba sensualidad y fuerza interpretativa, cualidades que marcaron a generaciones de espectadores.

A lo largo de más de seis décadas de carrera, recibió numerosos reconocimientos, entre ellos el León de Oro honorífico en el Festival de Venecia en 1993 y el Oso de Oro en Berlín en 2002. Su vida personal, sin embargo, no estuvo exenta de sombras: confesó años más tarde que fue madre adolescente tras sufrir una agresión, un hecho que tuvo que ocultar durante los primeros años de su carrera.

Cardinale se mantuvo activa en la escena cultural hasta el final, siempre defensora de la libertad artística y de la independencia femenina. Con su partida, el cine pierde a una de sus últimas grandes leyendas, una actriz capaz de trascender géneros y fronteras, cuya presencia en pantalla seguirá viva en los clásicos que marcaron la historia del séptimo arte.