Ante la escasez de camareros en el mercado laboral, el restaurante portuense Bambi Gourmet ha decidido incorporar a una robot camarera a su plantilla laboral. Lo mejor de todo es que no paga seguridad social, ni cobra sueldo alguno al mes. Pero sí admite propinas.
Daniel, el propietario del restaurante, es uno de los pocos empresarios hosteleros de Canarias que se ha decidido a incorporar robots a su plantilla. Otros establecimientos también lo han hecho.
La robot se llama Bella y va de las mesas a la cocina transportando tanto los platos muy bien condimentados y decorados como las sobras de la comida, en perfecto orden y absoluta limpieza.
La robot habla con dulzura a los clientes, le gusta que le acaricien las orejas –pero sin pasarse–, obedece las órdenes de su patrón al pie de la letra, memoriza los pasillos del restaurante y no choca con nadie ni una sola vez. Es el futuro, sin duda.
Un modelo de atención que, sin duda, pronto será muy popular. Cuesta alrededor de 12.000 euros y sirve las mesas mucho mejor que un ser humano, porque en la hostelería hay mucho matado. De cualquier forma, Daniel anda siempre ojo avizor para educar lo mejor posible a Bella y ayudarla a realizar su cometido de una forma impecable.