El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, ex presidente de Canarias, ha pasado de homenajear a los represaliados del pasado a explicar sus chats del presente. La UCO lo menciona, el Senado lo llama y la oposición afila el colmillo. En medio, Canarias, otra vez en el mapa… pero no por los discursos de Clavijo y la llegada de niños y niñas.
Ángel Víctor Torres nos recordaba dos cosas: de ser el primer presidente canario que llegó a Madrid con cartera ministerial… y de no tener ningún escándalo colgado del solapín. Ahora, lo primero sigue siendo cierto; lo segundo empieza a tambalearse como la solución a los atascos de la TF5 .
La historia conviene repetirla: la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) sostiene que durante la pandemia alguien repartía mascarillas, contratos y favores. Entre los nombres aparece el entonces presidente canario, hoy ministro: Ángel Víctor Torres.
Según el informe policial, hubo mensajes cruzados con un empresario investigado. Uno de ellos decía: “Estoy encima…”. Nada grave. Yo diría que algo habitual y normal, nada malo en eso hay. Pero cuando el que “está encima” es quien firmaba los cheques del Gobierno canario, la frase deja de ser administrativa para convertirse en literatura sospechosamente útil. Y ya saben, aquí lo que manda y vende es lo sospechoso.
El PP ya lo ha llamado a declarar por cuarta vez en la comisión de investigación del Senado. Mientras tanto, el juez de la Audiencia Nacional ha citado a declarar a empresarios y exasesores para aclarar si Torres tuvo algún papel en los contratos canarios de mascarillas. No está como investigado – algunos lo siguen llamando imputado- , de momento, pero no hace falta una condena: basta un titular. Y ahora le toca sacudirse. El Sanbenito ya yo tiene.
Canarias vuelve a ser epicentro. Porque esto no pasó en Madrid, pasó cuando él era presidente de Canarias. No hablamos solo del ministro de Memoria Democrática… sino del presidente que fue responsable de la gestión sanitaria y económica de las islas en plena pandemia. Y es que en su mandato le pasó de todo, hasta un incendio devastador que también capoteo.
¿Y ahora qué? Tres escenarios: alivio total, desgaste permanente o desastre jurídico. Y en cualquiera de ellos, el daño reputacional ya está hecho. Lo cuento en mi libro, eso que pasa cuando hablan de ti y esas cosas, aunque después no pase nada, toca pasar lo que ahora le toca. Como diría Rajoy.
Aunque no resulta de ser curioso que el ministro de Memoria Democrática podría terminar siendo recordado no por rescatar la memoria de otros, sino por no recordar de quién era aquella factura. Y es que en esa época pasaron muchas cosas y tarde o temprano siempre sabremos quien se bañaba sin bañador, solo hay que esperar a que baje la marea.





