Las elecciones alemanas no las ha complicado la extrema derecha, las ha perdido el ya casi excanciller Olaf Scholz, un socialdemócrata, como decía antes Pedro Sánchez que era él. Ahora ya no sabe lo que es. El bloque conservador CDU/CSU, que capitanea Fiedrich Merz, es previsible que gobierne, porque Alemania no es como España, un país muy caliente, por el sol, en el que nadie se pone de acuerdo nunca. Hace un buen análisis Gabriel Suárez, en esta edición, de las elecciones alemanas, cuyo recuento no ha terminado, pero ya se sabe que la victoria será de los liberal-conservadores de Merz. El canciller Scholz ha tenido la decencia de decir que no participará en las negociaciones para formar Gobierno. Se lo dejará a otros cargos de su partido. En todo caso, es previsible que lleguen a un acuerdo porque ya digo que Alemania no es España, en donde PP y PSOE nunca formarán un Gobierno de coalición porque sus dos líderes son dos zoquetes de tomo y lomo, uno más sectario que el otro, pero dos inútiles de libro. Lo preocupante es el auge de la extrema derecha, que es capaz de alarmar también a la comunidad judía alemana, por razones más que obvias. Yo también he estudiado la noche de los cristales rotos y no me gustaría que se repitiera jamás. Los socialdemócratas se han desplomado del 25,7% al 16,3%, según los datos provisionales. Lo mismo, probablemente, le ocurrirá a Sánchez cuando le toque enfrentarse a las urnas, en su tiempo o antes de tiempo, depende de lo que les conceda a catalanes y vascos para poder mantenerse –más bien tambalearse— en el poder. Trump claro, se ha alegrado del desplome de los de Scholz y del triunfo del bloque liberal-conservador. Trump marca tendencias y Alemania no es sólo un país importante, fundador de la Unión Europea, sino un símbolo de la moderna democracia en Europa, pero con un pasado tantas veces tenebroso. Este resultado le pone mucho al presidente Trump, que culpa a Alemania de sus posturas con la inmigración y con lo woke. Así que para el presidente americano, embarcado en una cruzada muy particular, lo que ha ocurrido ayer en las urnas alemanas es una especie de triunfo. Si no personal, cree que ha ayudado que él presida USA. El crecimiento de la extrema derecha sí es peligroso. En principio, Merz dice que no va a gobernar con ella, pero quién sabe si la va a necesitar. Lo que ocurre es que en Alemania, al contrario que en España, lo que se promete se cumple. Y si el nuevo canciller ha dicho que no se va a valer de los votos ultraconservadores para formar Gobierno es casi seguro que no va a cambiar de opinión. Desde luego, de nuevas elecciones no se habla.
viernes, 23 mayo,2025