En un giro significativo en la política de apoyo militar a Ucrania, Alemania, junto con Estados Unidos, Reino Unido y Francia, ha decidido levantar las restricciones que impedían a Kiev utilizar armas de largo alcance suministradas por estos países para atacar objetivos militares dentro del territorio ruso.
El canciller alemán, Friedrich Merz, anunció esta decisión tras una serie de intensos ataques aéreos rusos contra infraestructuras civiles en Ucrania, incluyendo hospitales y escuelas. Merz defendió el derecho de Ucrania a atacar bases militares en territorio ruso, argumentando que «quien solo se defiende de un ataque en su propio territorio no puede defenderse suficientemente».
Esta medida representa un cambio respecto a la postura anterior de Alemania bajo el liderazgo de Olaf Scholz, quien se mostró reacio a enviar misiles de largo alcance, como los Taurus, a Ucrania por temor a una escalada del conflicto. Aunque Merz no ha confirmado si Alemania suministrará estos misiles específicos, su gobierno ha adoptado una política de «ambigüedad estratégica» respecto a los detalles de las entregas de armas.
La respuesta de Rusia no se ha hecho esperar. El Kremlin calificó la decisión de «bastante peligrosa» y acusó a los países europeos de participar indirectamente en la guerra contra Rusia, lo que, según Moscú, obstaculiza los esfuerzos para alcanzar una solución pacífica.
Este cambio en la política de los aliados occidentales refleja una creciente frustración ante la negativa del presidente ruso, Vladímir Putin, a participar en negociaciones significativas para un alto el fuego. Merz advirtió que el conflicto podría prolongarse más de lo previsto si Moscú continúa rechazando las ofertas de diálogo.