España conmemoró ayer el 47.º aniversario de la aprobación de la Constitución Española de 1978 en medio de un clima de tensa polarización política y ausencias que evidencian profundas fracturas institucionales.
La ceremonia oficial celebrada en el Congreso de los Diputados reunió a miembros del Gobierno, representantes del Estado, diputados y senadores, así como varios presidentes autonómicos del partido mayoritario en la oposición, el Partido Popular (PP). Sin embargo, destacaron por su ausencia no solo algunos presidentes autonómicos sino también los partidos que tradicionalmente apoyan al Ejecutivo, entre ellos los socios parlamentarios del Gobierno y formaciones como Vox o los nacionalistas e independentistas de coalición.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aprovechó la ocasión para reivindicar la Constitución como pilar del Estado del bienestar, subrayando su vigencia y su papel como garante de derechos sociales, igualdad y servicios públicos.
Por su parte, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, cargó duramente contra el Ejecutivo, acusándolo de ser “el gobierno que más ha atacado la Constitución en estos 47 años”. Feijóo denunció lo que considera una degradación institucional, cuestionando la separación de poderes, la igualdad jurídica y la neutralidad de las instituciones bajo el actual mandato.
La conmemoración, lejos de servir como un momento de unidad, puso de manifiesto la división profunda que atraviesa la política española: un acto marcado por la crispación, la desconfianza y la ausencia de gran parte de quienes conforman el panorama parlamentario.
