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¿Es posible viajar sin moverse de un lugar? Han de responder que es físicamente imposible, pero hoy vengo a decir lo contrario. Porque sí, es posible viajar a través de la gastronomía… y nosotros cruzamos el Atlántico sin movernos de Santa Cruz.
Nuestro destino: Argentina, de la mano de Quebracho, Asador Argentino.
Experiencia general
Una vez más, una ubicación privilegiada: en pleno centro, a unas calles de la Weyler.
El local es pequeño pero acogedor; la decoración, cuidada sin pretensiones, y el tango de fondo hacen que el ambiente te transporte al otro lado del océano.
La atención, excelente: la camarera fue amable de principio a fin, atenta y segura al explicar cada plato, transmitiendo conocimiento y cariño por lo que hace. Un diez en servicio.
Platos probados Entrantes
De entrada, ya advierten con humor que:
“Las empanadas no son como las de tu mamá;
el asado no lo hacen como tu viejo;
el chimichurri no es como el tuyo;
y los descuentos solo son aplicables en la próxima reencarnación.
Y disfrutar que te cocine otro.”
Con eso en mente, nos dejamos llevar.
- Empanadas de ternera: teníamos ilusión por probarlas, pero fueron el punto más flojo. En un restaurante argentino, uno espera que las empanadas sean casi una garantía, el punto fuerte: buena masa, relleno jugoso y sabor equilibrado. Sin embargo, la masa resultó demasiado húmeda y blanda —pudo haber estado más crocante, especialmente siendo frita—. En tamaño y generosidad, eso sí, nada que agregar.
- Provoletín: el pan recién horneado y el pico de gallo que lo acompañaban estaban simplemente perfectos, junto con el queso provolone, por supuesto. Un acierto absoluto.
Principal
- Vacío de vaca Hereford: aunque olvidamos pedir el punto de cocción, un error de distracción, la carne llegó perfecta: tierna, sabrosa y con ese gusto inconfundible del buen asado. Sinceramente, uno de esos platos que justifican volver.
Postre
- Milhojas de dulce de leche: el postre más popular según recomendación de la camarera, pero no terminó de convencernos. ¿Puede llamarse milhojas un postre con solo dos tapas de hojaldre y una montaña de dulce de leche en el medio? Me encanta el dulce de leche, pero en un restaurante espero un mínimo de presentación y equilibrio. Lo rebautizaría como “Hojaldre con tres cucharadas de dulce de leche”.
Vino y maridaje
Elegimos un Luigi Bosca Malbec, sin duda un acierto. Un vino que acompaña perfectamente la ocasión, el lugar y los platos.
La carta de vinos es corta pero coherente, centrada en etiquetas argentinas, accesibles y seguras.
🔎 Lo que funciona bien
- Ubicación céntrica y ambiente acogedor.
- Atención excelente, cercana y profesional.
- Buena selección de vinos argentinos.
- El vacío de vaca, plato que justifica la vistia.
⚖️ Lo que se puede mejorar
- Las empanadas: la masa pide más textura y el relleno equilibrio.
- El postre milhojas, excesivo en dulce de leche y pobre en presentación.
- Carta, podría explorar algún guiño más a la cocina regional argentina.
📊 Puntuaciones
- Producto: 4,3 – buena materia prima, especialmente la carne.
- Cocina / técnica: 4,0 – ejecuciones correctas, aunque irregulares en los entrantes y postre.
- Servicio: 5,0 – amable, cercano y conocedor.
- Ambiente / local: 4,6 – cálido, auténtico y bien ambientado.
- Bodega / vinos: 4,2 – breve pero coherente, centrada en vinos argentinos.
- Relación calidad-precio: 4,4 – ajustada, justa por la calidad de la carne.
Nota Burgado: 4,4 / 5
- Plato estrella: Vacío de vaca Hereford.
- Punto débil: Las empanadas y el postre milhojas.
Sin dudas, Quebracho es uno de esos lugares donde se nota la intención de hacer las cosas con pasión. Hay alma, amor por la carne y una atención que te hace sentir bien recibido/a desde el primer momento. Puede (Para los argentinos) no ser el asado de tu viejo ni las empanadas de tu mamá, pero sí una experiencia que vale la pena probar si te apetece hacer un viaje exprés a Argentina sin moverte de Santa Cruz.
Hay detalles que podrían pulirse, como los entrantes o los postres, pero manteniendo la esencia: sabor, calidez y autenticidad.
Salir de Quebracho fue como volver de un viaje corto pero completo, con el tango de fondo y el sabor del asado en la memoria. Porque cuando un restaurante de cocina internacional logra eso, transportarte a través de la gastronomía, ya cumplió su propósito.