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Por primera vez en la historia de la V República francesa, un primer ministro ha sido derrocado por una moción de confianza en la Asamblea Nacional. François Bayrou, líder de una frágil coalición de centro y derecha, ha perdido el respaldo parlamentario tras una votación que ha concluido con 364 votos en contra y 194 a favor, según anunció la presidenta de la cámara, Yaël Braun-Pivet, tras un intenso debate de casi tres horas y media hora de votación pública. Este revés, que obliga a Bayrou a liderar un gobierno en funciones hasta que el presidente Emmanuel Macron nombre un sucesor, sume a Francia en una profunda crisis política con imprevisibles consecuencias económicas y sociales, agravando la inestabilidad en un país ya fracturado.
La sesión extraordinaria en la Asamblea Nacional comenzó a las 15:00 horas con un discurso de Bayrou, descrito por los analistas como una mezcla de dramatismo y desafío. En su intervención, el primer ministro centrista defendió su plan de recortes presupuestarios de 44.000 millones de euros, concebido para frenar el «peligro inmediato del sobreendeudamiento» que, según afirmó, amenaza el futuro de Francia. «No es mi destino lo que está en juego, sino el de nuestro país», proclamó Bayrou, advirtiendo que la inacción conduciría a un «caos» económico y social.
Sin embargo, la oposición, formada por una inusual alianza entre la izquierda radical, los socialistas, los ecologistas y la ultraderecha de Agrupación Nacional, se mostró implacable. Cada grupo parlamentario tomó la palabra para rechazar el plan de austeridad, que incluía recortes en el gasto social y subidas de impuestos encubiertas, especialmente a pensionistas y rentas altas. El líder socialista, Olivier Faure, fue tajante: «Lo único que espero es que Bayrou diga adiós». Por su parte, Marine Le Pen, desde la extrema derecha, acusó al gobierno de «traicionar a los franceses» con medidas que «asfixian a las clases medias».
Tras casi tres horas de intervenciones, la votación, iniciada a las 18:30 y cerrada a las 19:00, confirmó lo que muchos anticipaban: el gobierno de Bayrou, en minoría parlamentaria, no logró el respaldo necesario. La derrota, con un margen de 170 votos, marca un hito histórico, ya que nunca antes un primer ministro había caído en una moción de confianza bajo la V República, instaurada en 1958.
La caída de Bayrou, tras apenas nueve meses en el cargo, sitúa al presidente Emmanuel Macron en una posición delicada. Francia suma ya cuatro primeros ministros desde las elecciones legislativas de 2022, cuando los macronistas perdieron la mayoría absoluta, reflejando una inestabilidad política sin precedentes. Macron, que se enfrenta a crecientes críticas por su gestión, debe ahora buscar un sustituto capaz de obtener la confianza de una Asamblea Nacional profundamente dividida. Entre los nombres que suenan están figuras moderadas como Gérard Larcher, presidente del Senado, o incluso el ex primer ministro Édouard Philippe, aunque ninguna opción parece garantizar estabilidad.
La izquierda radical, liderada por La Francia Insumisa (LFI), ha aprovechado la crisis para exigir la dimisión de Macron y una nueva disolución parlamentaria, una opción arriesgada tras el avance de la ultraderecha en las encuestas. Según un sondeo de Toluna Harris Interactive publicado el 7 de septiembre, el Rassemblement National de Le Pen obtendría un 33% de los votos en unas hipotéticas elecciones, frente al 19% de una coalición de izquierda. Sin embargo, la disolución, limitada constitucionalmente hasta julio de 2026, parece poco probable, dejando a Macron en un callejón sin salida.
La derrota de Bayrou deja en suspenso el presupuesto para 2026, un plan crucial para reducir el déficit público, que alcanzó el 5,8% del PIB en 2024, y cumplir con los objetivos de la Unión Europea (4,6% en 2026 y 2,8% en 2029). Los mercados financieros, que ya mostraban nerviosismo ante la incertidumbre política, reaccionaron con una caída del 2,3% en el índice CAC 40 tras el anuncio de la votación, mientras el bono francés a diez años alcanzó su nivel más alto en dos años. Analistas de Goldman Sachs advierten que la ausencia de un presupuesto aprobado podría disparar el riesgo de una rebaja en la calificación crediticia de Francia, aumentando los costes de financiación.
Además, el plan de Bayrou, que incluía recortes en sanidad, educación y pensiones, había generado fuertes protestas sindicales, con una jornada de movilización prevista para el 10 de septiembre. La caída del gobierno podría posponer estas medidas, pero también alimentar un clima de desconfianza en la capacidad del Estado para gestionar la deuda pública, que Bayrou cifró en una acumulación de 12 millones de euros por hora durante las últimas dos décadas.
La pregunta ahora es si Macron logrará recomponer un gobierno capaz de sortear las divisiones de una Asamblea ingobernable o si, por el contrario, la crisis política empujará al país hacia un abismo de inestabilidad aún mayor.