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En un despliegue de diplomacia estratégica, el presidente chino, Xi Jinping, ha reunido este domingo en Tianjin a más de 20 líderes mundiales, incluidos el presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro indio, Narendra Modi, en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Este foro, el mayor desde la fundación del bloque en 2001, busca consolidar a China como epicentro de las relaciones euroasiáticas y proyectar un mensaje de unidad del Sur Global frente a un orden mundial liderado por Occidente. La cita refuerza la alianza estratégica entre Pekín, Moscú y Nueva Delhi, marcando un hito en la reconfiguración del tablero geopolítico.
La cumbre, celebrada en la ciudad portuaria de Tianjin, al sureste de Pekín, ha convertido a esta urbe en el epicentro de la diplomacia global durante dos días. Bajo el lema del «multilateralismo» y la cooperación en igualdad de condiciones, Xi Jinping ha recibido a líderes de los diez países miembros de la OCS —China, Rusia, India, Irán, Pakistán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán—, así como a representantes de 16 naciones observadoras y socias, entre ellas Turquía, Egipto, Arabia Saudí y el secretario general de la ONU, António Guterres.
La ceremonia de apertura, presidida por Xi y su esposa, Peng Liyuan, incluyó una recepción protocolaria en la que el presidente chino advirtió sobre los «cambios acelerados» y la «inestabilidad global». En un discurso pronunciado durante un banquete en honor a los invitados, Xi subrayó la necesidad de un «orden mundial multipolar más justo», un mensaje que resonó entre los líderes presentes, muchos de los cuales enfrentan sanciones o tensiones con Occidente.
El evento, que culminará el lunes, no solo destaca por su escala —la mayor cumbre de la OCS en 24 años—, sino también por su simbolismo. La presencia de Putin y Modi, líderes de dos potencias nucleares con intereses a menudo divergentes, refleja el delicado equilibrio que China busca mantener como mediador y contrapeso a la influencia estadounidense. La ausencia del presidente indonesio, Prabowo Subianto, debido a protestas internas en su país, no empañó la magnitud de la cita.
La relación entre Pekín y Moscú ha sido uno de los ejes centrales de la cumbre. Xi Jinping y Vladímir Putin, cuya «asociación estratégica sin límites» se reafirmó en febrero de 2025, en el tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, aprovecharon la cita para proyectar una imagen de cohesión. Putin, en una entrevista con la agencia estatal china Xinhua, destacó que la OCS busca «reforzar la capacidad de responder a los desafíos contemporáneos» y consolidar la «solidaridad euroasiática».
La participación de Putin, que permanecerá en China hasta el miércoles para asistir a un desfile militar en Pekín con motivo del 80º aniversario de la victoria sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial, subraya la profundidad de los lazos entre ambos países. China, principal comprador de petróleo ruso tras las sanciones occidentales, ha incrementado su comercio bilateral un 2,9% en 2024, aunque a un ritmo menor que el 32,7% de 2023. A pesar de no respaldar explícitamente la invasión de Ucrania, Pekín ha evitado condenarla, lo que ha generado críticas de Estados Unidos y Europa.
Uno de los momentos más significativos de la cumbre fue el encuentro bilateral entre Xi Jinping y Narendra Modi, el primero en suelo chino en siete años. Las relaciones entre Pekín y Nueva Delhi, marcadas por la rivalidad y un conflicto fronterizo en 2020 en el Himalaya, han experimentado un progresivo deshielo desde la reunión de ambos líderes en la cumbre de los BRICS en Kazán (Rusia) en octubre de 2024. Modi, en un vídeo publicado en X, afirmó que India está comprometida a avanzar en las relaciones bilaterales «sobre la base de la confianza mutua, la dignidad y la sensibilidad». Xi, por su parte, insistió en que ambas naciones deben ser «socios, no rivales», y que las disputas fronterizas no deben definir su relación.
Ambas partes han avanzado en medidas concretas, como la retirada militar en la frontera del Himalaya y un plan de «diez puntos de consenso» acordado tras la visita del ministro chino Wang Yi a Nueva Delhi en agosto de 2025. Sin embargo, los observadores advierten que la desconfianza mutua persiste, y superar las tensiones históricas será un desafío para Xi y Modi.
La cumbre de Tianjin no solo busca reforzar la cooperación en seguridad, comercio y energía entre los miembros de la OCS, que representan el 40% de la población mundial y vastas reservas energéticas, sino también proyectar a China como una alternativa a las instituciones occidentales. Eric Olander, editor de The China-Global South Project, calificó el evento como una «poderosa muestra de óptica» destinada a demostrar que los esfuerzos de Washington para contrarrestar a China, Rusia, Irán e India «no han tenido el efecto deseado».
La presencia de líderes como el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, y el turco, Recep Tayyip Erdogan, así como la asistencia confirmada del norcoreano Kim Jong-un al desfile militar del miércoles, refuerzan esta narrativa. Xi Jinping, en su discurso, destacó los principios de la OCS: «cooperación en igualdad, no agresión a terceros y respeto por las particularidades nacionales». Estas palabras, según analistas, son un guiño al Sur Global, que ve en China un contrapeso a la hegemonía estadounidense, especialmente tras las políticas proteccionistas de Donald Trump.
La reunión de Tianjin, seguida del desfile militar en Pekín, envía un mensaje claro: China no solo aspira a liderar el Sur Global, sino a moldear un orden mundial multipolar en el que Pekín sea un actor central.