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jueves, 16 octubre,2025

Trump duda si unirse a Israel para atacar Irán

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A contracorriente de su habitual tono desafiante, Donald Trump parece ahora atrapado en un laberinto de dudas frente a una posible intervención militar contra Irán. Pese a su historial de decisiones impulsivas y retórica bélica, el expresidente y actual candidato republicano ha dado señales de contención, dejando entrever que podría inclinarse por la vía diplomática. Su portavoz, Karoline Leavitt, anunció que el magnate tomará una decisión «en las próximas dos semanas», tiempo que parece haberse convertido en una fórmula vacía ya recurrente en su discurso para aplazar lo incómodo.

La posibilidad de que Estados Unidos se sume a Israel en un ataque a instalaciones nucleares iraníes mantiene al país en vilo. Según filtraciones a la prensa, Trump habría aprobado planes provisionales tras reunirse con sus asesores de seguridad, aunque sin autorizar todavía una operación concreta. En paralelo, ha cargado contra el Wall Street Journal y otros medios por adelantar detalles que, según él, «no saben nada» de sus intenciones reales. No obstante, sus reacciones viscerales parecen reflejar más inseguridad que estrategia.

Trump ha hecho del nacionalismo económico y del rechazo a las guerras interminables una de sus banderas políticas. Sin embargo, ahora coquetea peligrosamente con el estilo de los mismos neoconservadores a los que tantas veces ha despreciado. La sombra de una intervención militar, construida sobre informes ambiguos y la presión del gobierno de Netanyahu, recuerda demasiado a los errores de Irak: inteligencia cuestionable, objetivos geopolíticos difusos y la amenaza del nation building como solución mágica.

Los servicios de inteligencia estadounidenses se encuentran también divididos. Mientras algunas voces, como la del director de la CIA John Ratcliffe, aseguran que Irán está a un paso de lograr armamento nuclear, otras instancias dentro de la comunidad de inteligencia son más cautas, señalando la ausencia de una orden oficial por parte del régimen iraní para fabricar bombas. Trump, según medios como CBS, ha recibido informes detallados sobre los riesgos y consecuencias de atacar Fordo, uno de los complejos nucleares mejor protegidos del país persa.

Más allá del terreno militar, las implicaciones geopolíticas y económicas son profundas. Un cierre del Estrecho de Ormuz por parte de Irán supondría una amenaza directa para las rutas del petróleo y la seguridad marítima en el Golfo Pérsico. El precio del crudo, que ya ha empezado a repuntar tras los últimos episodios de tensión, representa una de las mayores preocupaciones para el candidato republicano, obsesionado con proyectar una economía fuerte en plena campaña electoral.

Trump intenta ahora equilibrar el discurso: mantiene el tono firme respecto a que Irán no debe acceder a armamento nuclear, pero deja abierta la posibilidad de reanudar conversaciones. Una posición ambigua que le aleja de la narrativa de “hombre fuerte” que tanto le gusta cultivar y que genera incomodidad incluso dentro de su propio movimiento. Varios aliados del universo MAGA ya se han desmarcado de un nuevo conflicto en Oriente Próximo.

Mientras tanto, la Casa Blanca trata de reforzar su figura con mensajes de confianza. “Sus instintos son increíbles”, ha dicho su portavoz. Pero si algo está dejando claro esta crisis, es que Trump, pese a su bravado habitual, también titubea cuando se enfrenta a decisiones que podrían incendiar el tablero global.

Gabriel Suárez
Gabriel Suárez
Redactor de El Burgado, estudiante de Periodismo en la Universidad de La Laguna, directivo de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas, Vicepresidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de La Laguna y colaborador en programas de televisión y emisoras de radios

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