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jueves, 16 octubre,2025

El PSOE opta por blindarse ante el escándalo de Cerdán

Mientras crece el malestar en las bases, Ferraz prioriza preservar el poder frente a esclarecer responsabilidades políticas.

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El silencio de un escaño vacío en el Congreso pesa más que mil declaraciones. La silla que hasta ahora ocupaba Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE, quedó vacía este martes tras su salida del hemiciclo en medio del terremoto provocado por un informe de la Guardia Civil que lo vincula con una presunta red de cobro de comisiones a cambio de contratos públicos. El escándalo, que arrastra también a figuras como José Luis Ábalos o Koldo García, ha generado más que un simple «estupor» en el seno socialista: ha puesto al partido frente al espejo de sus propias contradicciones.

En lugar de dar un paso al frente con explicaciones contundentes, desde Ferraz se ha optado por enviar a los diputados a las sedes territoriales para “gestionar la rabia” de una militancia desconcertada. Un gesto que parece más orientado a contener el incendio que a ofrecer una rendición de cuentas. El mensaje interno es claro: aunque les “chillen”, los cuadros medios deben resistir y mantener el rumbo, porque «lo importante es preservar el Gobierno y el partido». Una consigna que, para muchos, resuena como un cierre de filas poco autocrítico.

“Tras el shock inicial, ahora somos soldados”, confesaba un diputado. Pero ¿soldados de qué causa? ¿De la regeneración política o de la supervivencia partidista? En el PSOE parecen inclinarse por la segunda, mientras intentan desvincular a Cerdán de la trama, describiéndolo casi como una víctima de una doble vida o un “actor creíble” en su papel de indignado ante las andanzas de Koldo y Ábalos.

La dirección niega tajantemente haber sospechado nada, a pesar de las alarmas que desde hace meses han ido sonando en torno a la gestión de las mascarillas y los contratos exprés durante la pandemia. Incluso ahora, cinco días después de conocerse el informe de la UCO, las explicaciones siguen siendo confusas y las preguntas incómodas permanecen en el aire: ¿cómo pudo alguien con tanto poder en la estructura del partido operar al margen de todos los controles?

La sustitución de Cerdán en el Congreso por Iván Cacho, concejal navarro sin apenas proyección nacional, no ha calmado las aguas. Y, mientras tanto, el puesto clave que ocupaba en Ferraz sigue sin relevo claro. Un vacío estratégico en un departamento que ha visto caer, por motivos similares, a sus dos últimos responsables.

Resulta paradójico que un partido que ha hecho de la ética y la ejemplaridad su bandera en múltiples campañas ahora se parapeta en el silencio, el victimismo interno y una defensa numantina de las siglas. El problema no es solo la supuesta corrupción, sino la forma en que se enfrenta. Porque cuando la prioridad es salvar al partido antes que asumir responsabilidades, la desafección ciudadana no tarda en pasar factura.

Gabriel Suárez
Gabriel Suárez
Redactor de El Burgado, estudiante de Periodismo en la Universidad de La Laguna, directivo de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas, Vicepresidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de La Laguna y colaborador en programas de televisión y emisoras de radios

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