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jueves, 16 octubre,2025

El ultimátum de Rutte: más inversión en Defensa o la presión de EE.UU.

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El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha dejado claro que la Alianza Atlántica se encamina hacia un nuevo objetivo de gasto militar «considerablemente superior al 3%». Su mensaje, lanzado desde Bratislava, no solo eleva la exigencia sobre los países miembros, sino que apunta directamente a naciones como España, que sigue sin alcanzar el actual umbral del 2% del PIB en Defensa.

Pero más allá de las cifras, lo que resuena con más fuerza en sus declaraciones es la advertencia implícita: si los gobiernos europeos no reaccionan a sus llamamientos, recibirán una «llamada de un hombre simpático en Washington». La referencia al presidente Donald Trump no deja lugar a dudas sobre el ultimátum velado que la OTAN está trasladando a sus aliados: aumentar el gasto o enfrentarse a un cambio en la postura estadounidense respecto a la seguridad europea.

¿Independencia estratégica o sumisión a Washington?

La presión para elevar el gasto militar se justifica, según Rutte, por la necesidad de que Europa sea capaz de defenderse sin depender de Estados Unidos. Sin embargo, este argumento choca con la realidad política actual. La urgencia por alcanzar una cifra aún mayor en inversión militar parece responder más a la necesidad de tranquilizar a la administración Trump que a una verdadera estrategia de autonomía europea.

En Bruselas, algunas voces advierten que la posición de Rutte lo sitúa en una actitud de complacencia hacia Washington, aceptando sin cuestionar las exigencias del magnate estadounidense. La falta de un debate profundo sobre la conveniencia de este incremento de gasto y su impacto en las economías nacionales sugiere que más que una decisión estratégica, se trata de un reflejo del temor a perder el paraguas de seguridad de EE.UU.

Ucrania y el riesgo de una paz impuesta

En el contexto de la guerra en Ucrania, Rutte insiste en que cualquier acuerdo de paz debe ser «duradero» y evitar que Rusia vuelva a expandirse territorialmente. La desconfianza hacia Moscú es evidente, especialmente tras el fracaso de los acuerdos de Minsk. «No queremos un Minsk 3.0», afirman en la OTAN, aunque el propio organismo sigue sin ofrecer un plan claro sobre cómo garantizar esa estabilidad.

Mientras tanto, en Londres y París se especula con la posibilidad de una misión militar europea en Ucrania. Se habla del envío de hasta 30.000 soldados y el despliegue de cazas británicos Typhoon, una propuesta que contaría con el visto bueno de Trump pero que, como era de esperar, genera un rechazo absoluto en Moscú.

El problema es que esta estrategia de rearme y presión parece encaminada más a satisfacer las demandas de Estados Unidos que a definir una política europea independiente. Sin una estrategia clara y sin consenso entre los aliados, la OTAN sigue navegando en aguas inciertas, con Rutte actuando más como portavoz de Washington que como líder de una defensa europea autosuficiente.

Gabriel Suárez
Gabriel Suárez
Redactor de El Burgado, estudiante de Periodismo en la Universidad de La Laguna, directivo de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas, Vicepresidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de La Laguna y colaborador en programas de televisión y emisoras de radios

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