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Vulnerando de una manera flagrante la libertad de empresa y obsesionado por colonizar todo lo que huela a poder, Sánchez se cargó a Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, para colocar en el cargo al socialista catalán amigo de Illa, Marc Murtra.
¿Objetivo? Fusionar Telefónica y la armamentística española Indra, colonizar las comunicaciones, el cine, las plataformas digitales, el fútbol y hasta decidir quién entra y quién no entra en la plataforma Movistar. Que se preparen los canales generalistas de la derecha española.
El golpe de Estado de Sánchez en la empresa lo da con la colaboración de los árabes y de La Caixa y el accionariado de Telefónica queda ahora de la siguiente forma: Sepi (Gobierno), el 10%; BBVA, 4,84%; Public Investiment Fund (Arabia Saudita), 9,9%; La Caixa, 10,01%; Black Rock (fondo americano), 4,29%; y otros accionistas menores, 60,96%.
Marc Murtra, legalmente y según los estatutos de Telefónica, no podría presidirla, porque hacen falta ocho años de pertenencia a la compañía para poder acceder a la presidencia, pero eso a Sánchez le da igual y al parecer al PP y a Vox también porque contemplan los acontecimientos con una pasividad digna de mejor causa. Una vergüenza.
La ambición de Sánchez no tiene límites. Ahora Telefónica comprará Indra y llenará sus consejos de socialistas, Pallete se va su casa con 35 millones de euros de indemnización en sus bolsillos y hasta se le negó la posibilidad de dimitir: fue cesado el pasado viernes por dos adláteres de Sánchez, tras haberlo citado en La Moncloa. El sátrapa ni siquiera lo recibió. Otra gran empresa colonizada por el colonizador mayor de todos los tiempos. Y otra patada a la libre empresa.
José María Álvarez-Pallete había fracasado, especialmente en Latinoamérica, pero no podría imaginar una traición de los árabes, a quien el Gobierno, por su intercesión, les había permitido participar en Telefónica, aunque con menos de un 10% –un 9,9% exactamente–.
Este fondo árabe, Public Investment Fund, y la Caixa se unieron a la Sepi y adiós Pallete. Sánchez es ahora el dueño y señor del fútbol, de las pelis, de los canales que entran en la plataforma Movistar, de la telefonía móvil y fija, de los servidores que distribuyen las redes, de las comunicaciones en general. Telefónica es un poder y con Indra –industria militar–, mucho más. Se convierte en un monstruo.
Era un viejo sueño del sátrapa, conseguido por sorpresa y hablando a susurros con La Caixa, los árabes y la Sepi, que era suya. Quien crea que Sánchez está acabado es un iluso, sobre todo con la despistada oposición que tiene enfrente. Otro socialista al frente de una de las mayores empresas de Europa.