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Yo soy un liberal. Un liberal convencido. Hay muchas cosas que no me gustan de Vox, pero otras muchas cosas que sí. Y como soy un liberal y toda mi vida he dicho lo que me ha dado la gana (por lo cual me han echado de varios puestos de trabajo), digo que a lo mejor voto a Abascal. Abascal lidera el único partido en España que no ha metido la mano en la cesta de las manzanas. Y, además, la izquierdona bruta del Frente Popular que nos gobierna está obstinada en acusar a Vox y a sus dirigentes de fachas. Como una muletilla. ¿Fachas por qué? ¿Por decir lo que piensan? ¿Por revelar lo que la izquierdona oculta? ¿Por contar que Sánchez y sus secuaces son unos golfos que colonizan las instituciones democráticas en provecho propio? ¿Por haber sumido a España en un sumidero de corrupción? Me estoy pensando, como miles y miles de españoles, millones ya, si votar a Voz, como el PP no responda a mis expectativas. ¿Soy un facha por votar a quien me da la gana? Muchos jóvenes se decantan por Vox, hay cantidad de ellos que votan por primera vez que lo harán por el partido de Abascal. Y mientras más fuerte esté Vox más espabilará el PP, que a veces parece que es canario de nacimiento: aplatanado y conformista. Abascal ha denunciado estos días dos cosas: que un marroquí, mena de 17 años, ha violado en Madrid a una niña española de 14. El delegado del Gobierno en Madrid se calló la nacionalidad del mena. Y que el Open Arm, ese barco (y ONG) que algunos califican de negrero, es decir, que trafica con personas presuntamente rescatadas en el mar, y al que tanto les gusta visitar el presidente canario y el vicepresidente del Parlamento, había que vaciarlo de personas a bordo, remolcarlo a alta mar y hundirlo. Pues si quiere decirlo, que lo diga. Abascal tiene derecho a opinar y lo que ha comentado tampoco es una barbaridad, dada la trayectoria de la dudosísima ONG que capitanea –y de la que chupa—Óscar Camps, el amiguito de Clavijo, que es el peor presidente de la historia de la autonomía canaria, un chiquilicuatre que jamás podrá competir con Saavedra, con Fernando Fernández, con Manuel Hermoso, hasta con Paulino Rivero y con nuestras figuras más históricas. Un alcaldillo de pueblo, elevado, por el llamado Principio de Peter, al tejado de la Autonomía Canaria. Hay que bajarlo ya de ahí. Cuanto antes.