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La España de Sánchez es la España corrupta, no me cabe la menor duda. Con esto no digo que no haya existido una especie de corrupción sistémica en épocas anteriores, pero no a estos niveles. Y es curioso que ni siquiera los supuestos controles europeos establecidos para vigilar el dinero de la Unión hayan sido capaces de parar esto, que no es otra cosa que una verdadera cascada de robos increíbles del dinero y del bienestar de todos. Que el presidente del Tribunal Económico Administrativo Central haya tenido que dimitir por aceptar mordidas de empresarios para anularles multas de Hacienda fue la guinda del pastel, pero tras leer el libro de Alejandro Entrambasaguas se puede concluir que este país está podrido a nivel oficial y que Sánchez va a pasar a la historia como un patán que sólo trabajó para él, su familia y sus correligionarios. Yo hoy siento vergüenza de ser español, un país destrozado por esa izquierda progre e insensata, que es capaz, desde el Gobierno, de casi romper con Estados Unidos, de romper con Israel, de apoyar a terribles dictaduras, de boicotear una competición deportiva por motivos políticos. ¿Pero qué es lo que nos está pasando? Y lo que es peor es que a Sánchez le mantiene la ilusión del mentiroso de Tezanos, que dirige una demoscópica estatal igualmente corrupta que pagamos todos los españoles sólo para darle moral al presidente. Parece increíble que nos estemos moviendo entre estas bambalinas cuando está a las puertas la III Guerra Mundial y que pesemos tan poco en Europa que al presidente del Gobierno le recomienden, incluso, que no asista a las reuniones ni a las videoconferencias donde se dirime el futuro europeo. Sánchez ha logrado que España sea un cero a la izquierda de cualquier decisión, un bulto sospechoso que no pinta nada en la dirección de la Unión. Yo me pregunto qué bulle en la cabeza del deteriorado presidente del Gobierno. O lo de su mujer y su hermano le supera, o sufre de algún episodio de salud que le impide tomar decisiones correctas y gasta en pólvora de rey la poca energía y la credibilidad que le queda –que yo creo que es ninguna— en la Unión Europea y en su propio país. Sólo se agarra al poder con fuerza porque sabe que si lo deja puede ir directo a la mazmorra, como están ya en ella, o imputados, algunos de sus colaboradores, como Santos Cerdán, Koldo, Ábalos, etcétera. Si hablan todos, se arma. No digamos si la UCO consigue meterse en los correos de La Moncloa que manejaban Begoña y su asistenta, Cristina Álvarez.