Tormenta

Seis partidos del Mundial de Clubes han sido suspendidos durante media hora porque un rayo cae a trece kilómetros del estadio. Es la ley. El público abandona ordenadamente sus localidades y los jugadores se retiran a los vestuarios. Se espera media hora y se reanuda el partido, como si tal cosa. Es el verano americano de los muchos veranos que ellos tienen. En noviembre, en Nueva York, se celebra el llamado “verano indio”, porque luce una temperatura agradable, con algo de frío, pero ideal para hacer deporte, pasear y disfrutar de la ciudad. Yo fui a Nueva York por primera vez en noviembre del año 1970. Todavía asesinaba la mafia en Litte Italy, pero en mi inconsciencia me bajé del autobús en Harlem, que hoy es bastante tranquilo, desoyendo todos los consejos. Hasta el punto era peligroso el barrio entonces que la dotación de un coche patrulla me vio y se detuvo junto a mí para preguntarme si me había perdido. Los dos policías del coche eran negros. Finalmente me apuré un poco y les dije a los agentes en el hotel que estaba alojado –uno muy viejo, que ya no existe, el Biltmore—; y me dejaron en las inmediaciones. En el Biltmore le robaron a todos los que fuimos a ese viaje, menos a mí y a otros dos. En esa época era muy común que en los hoteles muy grandes de Nueva York te robaran lo que dejaras de valor en las habitaciones. La ropa, no. Pero un tomavistas o dinero en efectivo, olvídate. Había cajas fuertes en todas partes, pero la gente tiene la manía de no usarlas. Las cosas han cambiado mucho y Nueva York es una ciudad muy segura, siempre que no hagas alardes innecesarios. Después de lo de las Torres Gemelas la seguridad se ha reforzado. El hijo de mi amigo Félix A. Lam, corresponsal de El Burgado en la ciudad, fue ayudante del comisionado de policía durante el mandato de Giulliani, si no me equivoco. Una autoridad dentro de la Policía Metropolitana, que es la que lucha contra el crimen común en la ciudad y la que vela por la seguridad de los ciudadanos. Félix me regaló una uniformidad de la policía neoyorquina, que conservo como recuerdo. Es curioso que yo haya conocido tantas anécdotas de la Metropolitana gracias a Félix hijo, que sigue siendo oficialmente considerado como uno más dentro del cuerpo y se beneficia de algunas ventajas oficiales, muy interesantes. Es decir, lo consideran uno de los suyos.