Tangentópoli

Lo de este Gobierno se parece cada vez más al caso de Bettino Craxi, cuando lo de Tangentópoli, en Italia. Todo acabó en manos de los jueces, muchos políticos en la cárcel y el presidente del Gobierno exiliado en Túnez, donde murió años más tarde . Yo creo que Sánchez acabará exiliado, porque ya no puede salir a la calle en su país y por lo que se le viene encima. Y porque no puede ser que su número dos esté pringado –por ahora presuntamente—y él no supiera nada. Es imposible. El destino del sátrapa ya me lo sé: la República Dominicana. Ahí guardan sus tesoros algunos pájaros del PSOE. La UCO tiene trabajo en aquel país, frecuentado por algunos dirigentes socialistas, algunos de los cuales viajan en aviones oficiales de España, en viajes fantasmas que se tienen que aclarar y de los que Aldama tiene referencias precisas. ¿Por qué Sánchez quiere ganar tiempo? Yo creo que este tío, en su enfermedad, cree en los milagros, aunque presuma de lo contrario. Pero no habrá milagros. No pasarán muchos meses antes de que veamos a Sánchez viviendo en la República Dominicana, jugando a la baraja con Zapatero (me imagino las trampas de tahúres) y con algunos otros que permanecen agazapados. A Sánchez ya no le quedan amigos, si acaso su sacristán –Bolaños–, hasta que lo trinquen en un renuncio y se ponga a hablar. Porque Bolaños no tiene pinta de ser el Capitán Trueno que digamos. Esto de España ya ocurrió en Italia. Craxi murió en el exilio, abandonado por todos, otros cumplieron penas de prisión, pero ninguno era pobre, ni el dinero apareció jamás, que yo recuerde. En el hotel de la Vía del Corso donde se consumaban los sobornos, el Gran Hotel Plaza, el conserje era el que daba las citas, me parece. Los maletines con dinero entraban y salían del hotel como Pedro por su casa, hasta que los Carabinieri se pusieron las pilas –como la UCO—y los jueces empezaron a instruir casos de corrupción. Los trincaron, en los tribunales de Roma y en los de Milán. Y Tangentópoli, el caso más grave de corrupción de Italia, comenzó a concretarse. Aquí quedan muchos por caer. El presidente del Gobierno, que lo tenía que saber todo, incluso por obligación, debería hacer una maletita con lo imprescindible. Tenerla preparada. Porque, tarde o temprano, va a caer. En realidad, ya ha caído, porque ha caído su esposa, ha caído su hermano, ha caído su número dos, su amigo del alma, su escolta del Peugeot. ¿A qué esperan?