Tambores de Egon Wende

Para no hablar de política, ahora en Navidades, hablaré de los tambores, de chocolate y de moka, de Egon Wonde, el famoso repostero de La Orotava, nacido en 1890 en una localidad que hoy pertenece a Polonia, antes a Alemania, y que se casó con una orotavense. Fundó esta dulcería, también restaurante, en los bajos de su casa y son famosos en el mundo entero sus dulces llamados tambores. Su familia ha seguido la tradición, aunque me parece que el negocio se ha ampliado muchísimo, por lo que sospecho que ha habido algún cambio en la gestión. Los dulces siguen siendo exquisitos. Ayer fui a Casa Egon y compré 20 tambores, más una tarta de tambor de chocolate. Qué delicia, excepto para mi salud porque los niveles de glucosa aumentan exponencialmente. La Orotava es una maravilla; para mí es la ciudad –con La Laguna—más bonita de Tenerife. Allí pasé tantos momentos felices de mi infancia que no me la puedo quitar de la cabeza. Y además tiene tiendas estupendas, que no suelen abrir los domingos ni siquiera por estas fechas. Por ejemplo, la ferretería que está enfrente de la plaza del Ayuntamiento; te tienes que agachar para entrar por la puerta principal. Porque la calle ha tenido diferentes niveles a lo largo de su historia. Pues ayer me di un homenaje con los dulces de Egon, cuyo establecimiento estaba lleno de gente. Había que pedir turno para conseguir mesa, la gente se salía por fuera de las puertas, esperando. También había cola para comprar dulces y tartas. Viendo estos negocios así, uno se queda tranquilo: parece haber dinero. Excepto yo, todo el mundo tiene dinero. Y mientras la gente tenga la barriguita llena no habla de política. Y mientras nos suban los sociatas 20 euros la pensión cada año, la gente se queda tranquila. La gente, nuestra gente, es muy barata. Yo no quiero que me suban la pensión para que no se la mame Hacienda, la voraz Hacienda socialista, que es igual de voraz que cuando la dirigía el golfo de Montoro, el que mandaba a la Inspección a perseguir a los periodistas díscolos el muy cabrón. Yo prefiero que me dejen como estoy y tener para comprarme los tambores de Egon Wende en la confitaría Taoro de La Orotava, donde ayer no cabía la gente. Y daba gusto.