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Si Pedro Sánchez se atreve a ir a ver a Puigdemont a Suiza, humillándose él y humillando a su país, para garantizarse los presupuestos, a quien habría que detener es a Sánchez, pues estaría bendiciendo la huida de un prófugo de la justicia, a cambio de la aprobación de los presupuestos. Y, en definitiva, de su permanencia en el poder.
Y siendo cómplice de la fuga del huido, a no ser que consiga que el Tribunal Sanchista le indulte antes del viaje, con lo cual la entrevista ya podría tener lugar en Cataluña.
Además, ¿cómo dejaría a la justicia española? Si esto es lo que intenta, entrevistarse con un delincuente, ya no sólo sería la vergüenza de su país sino del mundo occidental. Aunque las tragaderas de Sánchez sean infinitas, esa visita podría convertirlo en un personaje más corrupto (corrupción no es sólo mangar dinero sino gobernar como un sátrapa) de lo que se sospecha que podría llegar a ser.
La última cacicada ha sido la recusación, sin duda a instancias del mismo Sánchez, del magistrado del Constitucional, señor Macías, para que el Tribunal Sanchista pueda dar vía libre a la amnistía del delito de malversación del propio Puigdemont, en contra de la doctrina del Tribunal Supremo.
De acuerdo con lo que le dijo el rey a un vecino, indignado con Sánchez, en Paiporta: “Es que esto es una democracia”. Sí, majestad, pero las democracias, en sí mismas, no pueden soportar que un dictadorzuelo de aldea nos gobierne a su antojo, que colonice las instituciones, que maneje al tribunal de garantías constitucionales y que indulte a los suyos a destajo, a pesar de la constancia que existe, ratificada en todas las instancias judiciales, de que han robado o han sido cómplices. Me refiero a los condenados e indultados por los ERE. Y también, por otros delitos, a los sediciosos catalanes.
Ni tampoco se puede tolerar, majestad, que el presidente del Gobierno fabrique leyes, que pretende aplicar con carácter retroactivo, para favorecer a sus parientes y salvarlos de la cárcel. Ni que sea connivente con el fiscal general del Estado para perjudicar a una mujer con la que está obsesionado: Isabel Díaz Ayuso. Podría seguir.
Precisamente porque España es una democracia no deberían ocurrir estas cosas, que sonrojan al nuevo régimen nacido con la Constitución del 78 que su majestad el rey tanto pondera en sus discursos. Lo que está haciendo Pedro Sánchez es degradar a los demócratas, sonrojarlos y convertir España, la España que tanto ha aportado a la historia, en una piltrafa de país.
