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jueves, 16 octubre,2025

Sánchez se pasea por la India como si fuera Ghandi

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Sánchez se fue a la India, nadie sabe a qué, y se pasea por las calles en coche descubierto, cubierto de flores, mientras en las paredes disponibles se despliegan grandes pancartas con su careto. Una comitiva interminable de automóviles le escolta, y sesenta guardaespaldas, mientras periódicos como Finantial Times hablan de su errática política exterior y de lo que se cree el personaje. Lo califican de “inconsistente”.

Nadie sabe a qué fue Sánchez a la India, como no sea a hacerle millas al avión cuyo combustible pagamos todos los españoles. Honores de jefe de Estado para quien es sólo jefe de Gobierno y honores de “primera dama” para quien –como Begoña—no ocupa cargo alguno en el nomenclátor de servidores públicos de España. Si hubiera una primera dama en España sería la reina. Pues no, Sánchez ha proclamado a su Begoña.

Y lo primero que hace Sánchez, para recochinear a la universidad española, es enviar a su esposa, que posee el honroso título de bachiller, a una universidad hindú, para allí ponerse a bailar en medio del jolgorio generalizado. Tiene el matrimonio obsesión universitaria: uno copia tesis y la otra se hace catedrática sin pasar por ninguna acreditación académica ni tener titulación para ella. Es posible que mañana se proclame premio princesa de Asturias.

Y lo peor es que siguen ahí, colonizando instituciones y colonizando a su partido, el PSOE, que es una caricatura, y cuyos dirigentes cobran y muy bien y adoran al número uno, al amado líder, que cada día está más fuera de sí, menos en contacto con la realidad, más asediado por la corrupción y con un país que funciona de milagro, a pesar de todo ello.

Sánchez, cada vez que ve la cosa negra, se inventa un viaje. Ahora tiene tres seguidos hasta que los ecos de Errejón, de su mujer, de su hermano, de su ex ministro, de su amigo Aldama y de toda la jarca se disipen entre las montañas de la falta de memoria característica de España.

Nunca se había vivido una situación tan esperpéntica desde la muerte de Franco. Nunca un presidente se había atrevido a usurpar funciones de jefe de Estado; cuánto menos a copiar una tesis doctoral. Jamás nadie había osado colonizar las instituciones, desde el Banco de España al Tribunal Constitucional, pasando por otras muchas. Una izquierda loca le pide cosas y se las concede, un independentismo desatado se vale de él para, a cambio de sus votos, conseguir lo que desea. Sánchez los ha beneficiado a todos, a costa de dormir en La Moncloa.

Pronto necesitará no un sicólogo, sino una legión de ellos, porque todo le resbala, nada lo inmuta, aunque hay quien dice que se ha vuelto irascible, que grita al personal a sus órdenes y que da portazos cuando cierra las estancias de la residencia en la que vive. Bueno, pues habrá que hacer una reforma cuando se vaya. ¿Pero cuándo se irá?

Ha ido a la India, donde como no lo conocen, le aplauden. En España, como lo conocen, le pitan, lo insultan y lo abuchean por las calles. Es triste que un presidente español tenga que ir a la India a buscar cariño. ¿Cuál es el objetivo de ese viaje? ¿Cuál es el resultado de un viaje oficial? ¿Cuánto cuesta, cuánto nos cuesta el viaje de Sánchez? No lo sabremos porque él se acogerá a la ley de secretos oficiales. Y se quedará tan pancho. Nunca un personaje con esa caradura se instaló en el poder en España. Jamás.

Heriberto Torres
Heriberto Torreshttps://elburgado.com
Colaborador de El Burgado Periódico Digital

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