La noticia: más de 60.000 firmas respaldan la petición de la plataforma Salvar Punta Blanca para paralizar el proyecto Underwater Gardens en Guía de Isora.
La campaña —dirigida a la presidenta del Cabildo, Rosa Dávila, al promotor Marc García-Durán y a autoridades europeas— denuncia “greenwashing” (hoy todo es “washing”) y reclama informes desfavorables por su “grave afección” al litoral.
¿Qué propone Underwater Gardens?
Underwater Gardens se presenta como un parque regenerativo marino-terrestre que combinaría divulgación, ocio y ciencia: zona en tierra con espacios expositivos y educativos, y instalaciones submarinas para itinerarios de buceo recreativo en jardines artificiales diseñados para favorecer la restauración de hábitats.
La superficie prevista se ha situado entre 10 y 17 hectáreas, con horizonte inicial de las obras en 2027 si las autorizaciones prosperan.
En 2022 el Cabildo lo declaró de interés insular para “reactivar” la economía tras el cero turístico, abriendo la vía a su tramitación prioritaria.
Dónde se ubica y por qué es sensible
Se sitúa en la costa de Guía de Isora, junto a Punta Blanca, en un entorno con suelo rústico de protección ambiental y aguas incluidas en la Zona de Especial Conservación (ZEC) Franja Marina Teno-Rasca (Red Natura 2000), un corredor marino que baña cinco municipios del oeste de Tenerife y abarca 69.489 hectáreas.
En su ficha oficial figuran hábitats marinos someros y especies de interés comunitario como la tortuga boba y el delfín mular. La ZEC admite usos, pero condicionados a que no deterioren los valores por los que fue declarada.
La plataforma Salvar Punta Blanca —que agrupa a más de 30 entidades (Greenpeace, ATAN, clubes de surf y asociaciones vecinales y culturales)— sostiene que el proyecto es en realidad un macrocomplejo turístico que privatiza el espacio público y masifica un tramo de litoral aún bien conservado.
Alertan de un efecto llamada (citan más de 3.000 visitantes diarios como escenario máximo) y del impacto acumulado sobre accesos, tráfico local, la práctica del surf en Punta Blanca y la fauna de la ZEC. En su campaña piden la renuncia del promotor, la emisión de informes desfavorables por parte del Cabildo y medidas de conservación y reservas marinas en lugar de “parques temáticos”.
Por eso consideran que todo el proyecto es un “greenwashing”, paradigma de proyectos que, bajo el relato de la sostenibilidad, consumen un territorio protegido o sensible.
Lo que dice el promotor
El equipo de Underwater Gardens International defiende que el parque sería un modelo pionero en Europa de entretenimiento educativo y regeneración marina, alineado con estrategias ambientales y con ciencia ciudadana, e insiste en la compatibilidad con la normativa si se logra la autorización ambiental.
Hablan de laboratorio, centro de investigación, experiencias inmersivas y seguimiento científico de la restauración.
La tramitación administrativa y la evaluación ambiental dirán si esa promesa supera el listón regulatorio y si la contestación social alcanza las cotas de virulencia que alcanzó con Cuna del Alma, el último gran proyecto que se ha tropezado con la difícil realidad canaria.
¿Qué tocaría analizar ahora?
- Afección a la ZEC Teno-Rasca. Cualquier obra fija en el medio marino o incremento intenso del uso recreativo debe analizarse por su incidencia en hábitats y especies, ruido submarino, turbidez, anclajes, vertidos y capacidad de carga de puntos de buceo. La evaluación ha de demostrar que no hay deterioro ni alteración significativa de los valores de la Red Natura 2000.
- Movilidad y presión en tierra. El volumen diario de visitantes, accesos viarios y estacionamiento en un tramo costero con capacidad limitada puede generar impactos indirectos (tráfico, seguridad, presión sobre servicios).
- Uso del dominio público y compatibilidades. Surf, pesca recreativa y usos tradicionales conviven hoy con baja densidad. La co-gestión del espacio —si hubiera autorización— es clave para evitar conflictos.
- Transparencia y participación. El escrutinio público (alegaciones, informes sectoriales) suele mejorar diseños y descartar escenarios de riesgo; forma parte del proceso.
El debate social se ha intensificado con la marea de firmas y las alegaciones de entidades ecologistas. Informativamente, coexisten dos relatos: el de un parque “regenerativo” y el de un macroproyecto turístico encubierto.
La comparación con Cuna del Alma alimenta la desconfianza mientras la ciudadanía pide garantías jurídicas y ambientales antes de cualquier obra.
Los promotores reivindican su marco legal y la utilidad científica/educativa del proyecto. A corto plazo, la prueba de fuego serán los informes ambientales y, en su caso, la resolución sobre compatibilidad con la ZEC y el suelo protegido. Esto no ha hecho más que empezar.
