¿Por qué no llega agosto de una vez?

Agosto es el mes de las calmas. Para todos. No suelen llegar cartas de la Agencia Tributaria, esas negras como su propia alma, ni suele estar el Gobierno activo, así que para uno, que se dedica a esto, es un relax. Confieso que este fin de semana estoy agotado, ya lo he dicho en otra parte hoy, me parece. Ayer se me olvidó hasta hablar de las alfombras de la octava del Corpus de La Orotava, que es un tema recurrente. No metí en Pipol la foto de la alfombra y ya no lo haré, porque la alfombra se queda vieja enseguida. Es un tapiz para un día. Y hoy ni siquiera la política nacional, estática este fin de semana, me da para componer un comentario decente. Están aburridos hasta los comentaristas de los periódicos en general, yo creo que agotados de tanto repetir lo obvio: que Sánchez se mande a mudar. Pero Sánchez se va a quedar, a no ser que lo echen por la vía parlamentaria y la oposición es tan floja que no lo va a conseguir. A veces dudo si el PP. existe o es el palo de la escoba que le lanzaron, sin éxito afortunadamente para él, a Sánchez en Paiporta. Feijóo es más flojo que el tabaco holandés, por eso un día Vox le va a adelantar por la derecha y entonces sí que se acabó el PP y España entera. ¿Por qué no llega agosto de una vez? Lo digo porque ustedes notarán cierta propensión, en mi caso, al cansancio porque veo que por más que me esfuerzo, me estrello contra un muro impenetrable que es el sanchismo que nos lleva al caos. En fin, le queda a uno la esperanza de que agosto tiene que llegar y con él la calma chicha, aunque tengamos que pagarle de nuevo las vacaciones a Sánchez y familia en La Mareta, a donde sólo tendría que venir el rey y su familia y no vienen. Porque habría que cambiar los colchones. Y saldría más caro, incluso. ¡Cuánto nos cuesta toda esta gente!