Montoro capitaneó Hacienda y la ávida Agencia Tributaria, aquella que abusó de los españoles para que la mala gestión de los rectores españoles –fueran de Zapatero, fueran de Rajoy— no cayera en el rescate europeo. Montoro y Rajoy, que eran uña y carne, sortearon a los hombres de negro a nuestra costa, porque fue el sacrificio de los ciudadanos españoles, y no su brillante gestión, los que salvaron del caos a España. Ahora ha sido imputado el tal Montoro, un sinvergüenza de tomo y lomo, por modificar normativas para ayudar a empresas gasísticas, supongo que gratis no. Hace tiempo que vengo diciendo que este tipo no era trigo limpio y ahora le han descubierto la trama, que incluye a empresas y a 28 personas más, según las primeras informaciones. Ha sido un juez catalán quien ha iniciado el procedimiento y ha ordenado la investigación sobre Montoro. Este tipo se aprovechó de Intereconomía, la televisión de Julio Ariza, acudiendo frecuentemente a sus tertulias cuando el PP aspiraba a gobernar, y luego lo dejó solo y ni siquiera le concedió la publicidad institucional, en igualdad de condiciones que a las otras cadenas premiadas por el PP. Montoro es un golfo redomado, que recrudeció la presión fiscal sobre los españoles, que tenía un despacho de tráfico de influencias y que fue mucho peor ministro que esta de ahora, de nombre parecido, Montero, cuyo número dos o tres presidía el Tribunal Económico Administrativo Central y cobraba mordidas por quitarle a las empresas y a particulares las multas de Hacienda. Este tribunal es muy curioso porque lo maneja la propia Agencia Tributaria. Tiene menos de imparcial que el Constitucional, que ya es decir. Me alegro de que caiga judicialmente este tipejo con cara de ratón, que esquilmó a los españoles parece que para enriquecerse él, que mantenía una sicav para tributar menos, mientras al resto de los españoles los freía a impuestos. Estos son los sinvergüenzas que debe apartar el PP de su lado, que no poseen ideología alguna sino afán de enriquecimiento, golfos irredentos que merecen que caiga sobre ellos todo el peso de la justicia. Que no escape ninguno, ni de unos ni de otros. Y que se evite que el hermano de Sánchez huya a Japón, con el visado ya concedido, para escapar de la acción de la justicia. Como ven, aquí todo el mundo se está preparando su válvula de escape. Y, ya puestos, que Sánchez, el otro, se quede en Mauritania con sus siete ministros y sus más de 100 adulones de séquito. ¿A qué habrá ido el felón a visitar al cuarto país más pobre de África? ¿A vacilar o a evadirse de los problemas suyos y de su familia? Y no me parece bien del todo, en este popurrí, lo de Feijóo y lo de Abascal: porque, para mí, inmigrante que delinca, a la cárcel; y, cuando cumpla, deportado a su país. Porque si lo mandan fuera sin condena cumplida, al día siguiente se cuela en España otra vez. Ya está bien.
lunes, 1 diciembre,2025





