Por fin, un acuerdo de Estado

Por fin, bajo la tutela de la Comisión Europea, las dos Españas firmaron ayer el acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial. Parece que se acabaron las puertas giratorias que han beneficiado a tantos jueces partidistas, parece que están de acuerdo en quiénes van a ser los nuevos 20 miembros del CGPJ y parece también que sus nombres serán refrendados por las mayorías acordadas en el Congreso y en el Senado. Tuvo que ser la vieja Europa la que tutelara al país de pícaros para que sus líderes alcanzaran un acuerdo, ante el temor de que todo se derrumbara. Hay que esperar ahora que los dos bandos –los únicos que deberían existir, los dos partidos más importantes, yo soy un enamorado del bipartidismo que tantas alegrías nos ha dado en democracia— digo que los dos bandos no se apuñalen por la espalda y que tampoco dejen otro reguero de sangre detrás, sangre de las dos Españas. Habrá nuevo órgano judicial que regula, nombra y refrenda o no la actuación de los jueces. Nadie sabe el alivio que supone esto para la ciudadanía que sabe lo que es el CGPJ, porque estoy seguro de que la mayoría de los españoles no tiene idea ni lo que es, ni para lo que sirve. Es la ignorancia la que preside los actos de un país de pícaros en el que realmente lo que importa, lo único que importa, es llegar a fin de mes. En realidad, a mí, que me considero un iniciado en los temas políticos y económicos, a veces me ha importado más llegar a fin de mes que todo lo demás. O sea que imaginen al resto de la población vamos a llamarla huera de opinión y ausente de conocimiento. Pero, mira, por fin un rasgo de sensatez en un país no demasiado bien considerado en el mundo. Vox está que trina y Podemos dice que la juerga ha terminado; el pacto los aterra.