La lucha contra la filoxera no cesa en Tenerife, tras haber sembrado el pánico del sector la noticia de su presencia en tres prolíficas comarcas vinícolas —Tacoronte-Acentejo, Valle de Güímar y Valle de La Orotava—, con la mayoría de los casos detectados en fincas abandonadas o con baja atención agronómica.
Para contener la plaga cuanto antes, el sector y la Administración han activado un plan de choque: más de 2.000 dosis gratuitas del tratamiento EPIK ya se están distribuyendo entre viticultores de las zonas afectadas, con la intención de ampliar el reparto al resto de la isla y, a partir del próximo año, al conjunto del Archipiélago.
La situación
La primera detección se comunicó en el entorno de Valle de Guerra (La Laguna) y, desde entonces, las prospecciones han confirmado positivos en hoja en las tres comarcas citadas.
Que la presencia se haya detectado en hoja y no en raíz es la buena noticia dentro del mal dato, la forma radicícola es la que históricamente devastó viñedos en Europa.
Aun así, la plaga se dispersa con facilidad (viento, herramientas, cajas, ropa, vehículos, movimiento de uva o sarmientos), y el viñedo canario —con variedades prefiloxéricas únicas— no puede permitirse errores.
Plan de choque
El Gobierno de Canarias ha adquirido más de 2.000 dosis del producto EPIK (fabricado por SIPCAM INAGRA), un insecticida sistémico que ha demostrado eficacia contra la forma gallícola (de hoja).
El reparto arrancó en Tacoronte, la zona con más positivos, y se extiende a Güímar y La Orotava. Pueden retirarlo los viticultores inscritos en la DOP y cualquier productor que acredite actividad y cuente con carné de manipulador de fitosanitarios.
El momento crítico es ahora, antes de la caída de la hoja. Si no se llega a tiempo, habrá que esperar a primavera y, en todo caso, los técnicos recomiendan repetir entonces para reforzar el control.
Para el viñedo ecológico, el Ejecutivo prepara la solicitud de una autorización excepcional que permita tratar sin perder el sello ni interrumpir el ciclo productivo.
Qué es la filoxera
La filoxera es un pequeño áfido (pulgón, en lenguaje coloquial) con dos manifestaciones relevantes:
- Gallícola (hoja): provoca agallas visibles. Debilita, pero es menos destructiva si se controla a tiempo.
- Radicícola (raíz): mortífera para la vid europea; obliga a usar portainjertos resistentes y, si se extiende, puede comprometer la supervivencia de las cepas.
En Tenerife, los casos confirmados hasta ahora son en hoja. El objetivo del operativo es evitar que se salte a raíz y romper las cadenas de dispersión para lo que se actúa en focos localizados, especialmente fincas abandonadas, con apoyo municipal para permitir el acceso de equipos.
Además del reparto de EPIK, las administraciones han desplegado prospecciones intensivas y la vigilancia en comarcas afectadas y áreas limítrofes. También restricciones al movimiento de uva fresca y material vegetal de vid fuera de los circuitos autorizados y la limpieza y desinfección obligatoria de cajas, tijeras, vendimiadoras, botas y vehículos.
Esta situación ha reabierto el debate sobre los controles fitosanitarios en puertos y aeropuertos. Canarias tiene desde hace décadas un régimen que prohíbe la entrada de material vegetal de vid (salvo fruta y semilla) incluso desde la Península.
Qué puede pasar ahora
Si el plan funciona a la primera, el otoño cerraría con los tratamientos bien dados, la higiene en bodega y finca se respetaría sin aparecer daño en raíz. En ese escenario, los focos se aíslan, la curva de positivos baja y 2026 arrancaría más limpio.
Si fallan algunos eslabones —parcelas abandonadas, herramientas que no se desinfectan, controles irregulares— la plaga no desaparece, se esconde. Rebrota aquí y allá, obliga a volver a tratar en primavera y a sostener la vigilancia durante varias campañas.
El horizonte que nadie quiere es el salto a la raíz. Ahí ya no hablamos de agallas en hoja, sino de cepas comprometidas y decisiones drásticas. A día de hoy no hay confirmaciones de ello, mantenerlo así depende de lo que hagamos ahora.
Por que salvar la viña no es solo una cuestión sectorial, es defender una economía, un paisaje y una identidad.
El viñedo canario sostiene empleo en el medio rural, fija población en barrancos y medianías, alimenta un enoturismo que reparte riqueza y preserva variedades únicas prefiloxéricas que son ciencia, cultura y prestigio para las islas.





