El Gobierno de Canarias ha anunciado 300 millones de euros para la ULL y la ULPGC en 2026, diez más que este año.
Es la “mayor asignación de la historia”, según el Ejecutivo, que defenderá el proyecto en el Parlamento esta semana.
Las partidas no han dejado de crecer (poco, pero crecen) en los últimos años y aun así la pregunta es inevitable: ¿puede este refuerzo presupuestario reducir el abandono universitario, cercano al 20% en las Islas?
En 2024 Canarias registró la mayor tasa de abandono del país, el 19,1%, según el Sistema Integrado de Información Universitaria (SIIU). Vamos, que uno de cada cinco estudiantes no continúa.
Los análisis de la Agencia Canaria de Calidad (ACCUEE), basados en microdatos oficiales, señalan factores explicativos contrastados para la realidad canaria:
- Rendimiento en primer curso: es el predictor más potente. El alumnado canario aprueba menos créditos en el primer año que la media nacional y ese menor desempeño dispara la probabilidad de abandono.
- Dedicación parcial: en Canarias hay más estudiantes a tiempo parcial, y esta dedicación se asocia a más abandono.
- Perfil socioeconómico: el nivel de renta promedio es inferior y, entre becarios de menor renta, la probabilidad de abandono es mayor que en otras regiones.
- Selección por movilidad: quienes salen de Canarias a estudiar tienden a abandonar menos por un perfil académico previo mejor (efecto de selección). Quienes permanecen en las universidades insulares acumulan más riesgo.
- Mercado laboral: a diferencia de la Península, en los archipiélagos más desempleo no retiene en la universidad sino que puede aumentar el abandono.
El informe no halla evidencia sólida de algunos tópicos recurrentes como los “costes de insularidad” o la “inflación de notas” como causa principal del diferencial canario. El problema es académico y socioeconómico, especialmente en ese año inicial, cuando, reconozcámoslo, es más fácil darse a la buena vida.
¿Está Canarias por encima de la media en financiación por alumno?
Depende. La Fundación CYD sitúa a Canarias en la franja media de inversión por alumno, con fuertes diferencias entre comunidades.
Otros análisis que observan transferencias corrientes por alumno muestran a Canarias por debajo de regiones líderes (Asturias, Galicia) pero mejor que comunidades de cola. Con 300 millones y matrícula estable, el cociente simple rondaría los 8.000 euros por alumno, lo que mejoraría su posición.
¿Pueden “más millones” bajar el abandono?
Sí, si se gastan en lo que funciona, al menos eso dice la evidencia… con condiciones. Tres palancas muestran impacto probado o muy verosímil:
- Éxito en primero (la gran palanca). Cursos cero, refuerzo de competencias básicas como matemáticas y escritura académica (sí, en esas estamos), menos masificación o más tutorías desde septiembre reducen el fracaso inicial.
- Becas y ayudas bien diseñadas, porque está comprobado: los becarios abandonan menos. Subvenciones de residencia, fondos de emergencia, compatibilidad con dedicación parcial y criterios realistas para mantener la beca pueden reducir la deserción en los perfiles de mayor vulnerabilidad.
- Orientación, elegir bien y empleabilidad. Es de perogrullo, pero hace falta una mejor orientación al ingreso, un seguimiento personalizado y también un vínculo temprano con empresas o proyectos de servicio para reducir cambios de titulación y salidas prematuras.
Por todo lo dicho, pese al triunfalista anuncio, si la subida no financia un refuerzo efectivo en el primer curso, con programas de tutoría y becas adaptadas a la realidad de Canarias, es muy difícil creer en revertir el abandono que cercena el talento de las Islas. Seguimos esperando a quien dé con la tecla y las generaciones se pierden entre décadas dedicadas al diagnóstico.





