⏱ 4 min de lectura
Bueno, vamos por partes. Maduro dice que ha armado a cuatro millones y medio de milicianos, cuando sólo tuvo tres millones y medio de votos en las elecciones presidenciales, luego se trata de una ecuación imposible. Esos rifles que les ha entregado, muchos de ellos inservibles, servirán para que las bandas se maten entre ellas en los cerros de las grandes ciudades del país. Es decir, ha armado a un ejército para una guerra civil.

Porque un solo avión americano puede acabar con esos milicianos de los fusiles viejos en un cuarto de hora. El traidor que delate a Maduro ya está, muy probablemente, junto a él y será rico: recibirá 50 millones de dólares USA por su información que permita la extracción a los Estados Unidos del jefe del Cártel de los Soles, que es una filial venezolana de los principales cárteles colombianos de la droga. Nicolás Maduro ha sido señalado por la DEA y por la CIA como el principal responsable de esta organización criminal, junto al general Padrino y al ex militar Diosdado Cabello, mano derecha y ejecutor de los caprichos del dictador y de los suyos propios. Y también a los dos Rodríguez, Delcy y su hermano, que preside la Asamblea Nacional venezolana. Trump ha desplegado a una flotilla de destructores frente a las costas de Venezuela y un portaviones espera órdenes para zarpar. Serán 4.500 los marines que llegarán pronto a la zona, preparados para actuar, no como una invasión sino como un golpe a la droga: más de 30 toneladas de coca al año, que se sepa, con un valor de unos 8.500 millones de dólares que atacan directamente a la juventud de los Estados Unidos, y a la sociedad en general, desde Venezuela. Y esto Trump no lo puede permitir y no lo va a permitir.

Cambio de asunto, pero ¿cuánta gente hay en La Mareta, la residencia real ocupada por la familia Sánchez? Pues están el matrimonio, las dos hijas, los padres de él, el hermano de ella, pero, oiga, ¿quién falta de la familia? Hay que contar, además, a los invitados: Almodóvar, Illa y familia, aquello parece un hotel que pagamos todos nosotros. Si se suben todos en el Falcon para regresar a Madrid, capaz que el avión no pueda despegar, del peso. Por cierto, un avión que pagamos también nosotros, los españolitos de a pie, como todos los viajes de Sánchez a lo largo y ancho del mundo mundial. Aquello parece el camarote de los hermanos Marx.

Bueno, y finalizo hoy con una necesidad: arcos de pago en los accesos al parque natural de Las Cañadas, que está siendo estropeado por miles y miles de personas. Dentro de unos años aquello será un erial. Se llevarán hasta las retamas. Hace falta que se cobre una cantidad por cada visitante, que tenga dos funciones: limitar el acceso (si se cobra irá menos gente y si se cobra una cantidad apreciable, todavía menos) y contribuir al sostenimiento del parque con el personal adecuado. Es preciso establecer un canon por visitar el parque, pero cuanto antes. De noche y de día. Y es relativamente fácil conseguirlo, porque los accesos son fáciles de controlar, incluyendo vallas en los caminos vecinales para evitar que por ellos circulen automóviles. También es preciso prohibir que los quads y otros vehículos similares accedan al lugar. Bueno, yo ya lo he dicho, ahora que actúen las autoridades competentes o incompetentes, que casi siempre son incompetentes. Estoy empezando a pensar que no hay isla para tanta gente. Ah, y ese canon, tasa, tarifa o lo que sea, que sea igual para los residentes que para los visitantes. No vale escudarse en eso de ser residente para no pagar porque unos y otros ensucian igual. Y eso.