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En pleno repunte de la tensión entre Caracas y Washington, el presidente Nicolás Maduro celebró lo que calificó como un “éxito total” en la inscripción de nuevos milicianos, impulsando el despliegue nacional de civiles armados como respuesta a las recientes medidas de presión estadounidense. Por su parte, la líder opositora María Corina Machado, en la clandestinidad, ha convocado a la población a desobedecer esa movilización, presentándola como parte de una escalada autoritaria.
Maduro se refirió a la convocatoria como una “victoria” y aseguró que las inscripciones de civiles voluntarios en las milicias bolivarianas evidencian el compromiso del pueblo con la defensa de la patria. La operación, difundida en actos públicos y en cadena nacional, busca reclutar 4,5 millones de milicianos, quienes se desplegarán en fábricas, centros de trabajo y barrios populares bajo la etiqueta de “plan de paz”.
El anuncio llega pocos días después de que Estados Unidos duplicase la recompensa—hasta 50 millones de dólares—por información que permitiera capturar a Maduro, y desplegase herramientas navales y antinarcóticos en el Caribe, en una estrategia destinada a presionar su régimen.
Desde su condición de líder opositora en la clandestinidad, María Corina Machado ha rechazado frontalmente esa movilización como una maniobra para militarizar al conjunto de la sociedad y apuntalar un poder cada vez más aislado. En un mensaje reciente, llamó a la población, a civiles y a miembros de las fuerzas de seguridad a formar una “organización clandestina” en rechazo al régimen, preparando una eventual “acción cívica” cuando se requiera.
Aunque no ha habido un llamamiento literal a desobedecer la convocatoria de milicianos, su exhortación a “desobedecer” se entiende como un desafío directo a movilizarse bajo la orden del chavismo, alentando en cambio a la resistencia organizada y clandestina.
Esta confrontación refleja una oposición cada vez más determinada frente a una estrategia estatal de movilización militar de civiles para defender la llamada “soberanía” frente a las amenazas exteriores. Mientras Maduro exhibe el alistamiento masivo como prueba de unidad y patriotismo, Machado lo interpreta como un paso hacia la consolidación de un Estado militarizado y represivo.
Además de fragmentar aún más el escenario político, el engranaje miliciano complica cualquier posible distensión, mientras Machado refuerza su discurso de ruptura, convocando a la resistencia deliberada y civil como respuesta al autoritarismo oficial.