Los Cristianos

Como casi todos los chicharreros de la diáspora –aunque la mía está cerquita– intentamos volver a la isla picuda cuando tenemos unos días. Procuro, cuando tengo ocasión, ir siempre a Los Cristianos. Que de ser un pueblito marinero ha pasado a ser otra cosa, sin dejar de serlo.

Confieso que cada agosto que puedo pasar unos días me gusta más. Cada año lo veo mejor, con más servicios con más y diversa restauración, con gente más amable, un entorno relativamente bien mantenido y, eso sí, con más italianos por sus calles regentando los negocios más diversos.

La playa, pequeña, familiar y encantadora, se mantiene limpia, aguas claras y no hay que pelearse con nadie para tomar un rato el sol. Callejones con encanto y empinados, porque entre el nivel del mar y la trasera de la iglesia  hay una cota de unos cientos de metros. Es una delicia pasear por esas calles, callejones y callejas peatonales donde lo mismo te puedes tomar un helado exquisito, desde luego el mejor del sur en la heladería DON ANDRE, de Luciano, con terraza en la calle Juan XXIII  (@donandreheladería) en la que  un par de entusiastas y bellísimas italianas, Paola y Alexia,  te sirven una variedad con una simpatía que se contagia. Sentiremos cuando se vaya Paola, que tiene vocación de croupier rubia.  Pero es que en esa misma vía peatonal o en cualquier otra también te puedes encontrar un restaurante chino, un vegano, uno que se llama como este digital que está leyendo o un club de cannabis para las risas vespertinas.

Pero, desde luego, el mejor de todos los callejones y si me pierdo en Los Cristianos vayan a buscarme ahí, es uno que esta en paralelo a la playa, pegado al parking grande junto al muelle, en segunda fila frente a la playita que se llama Juan Bariajo. Corto, con sombra, con los helechos de a metro típico de nuestra tierra y ocupado con mis dos restaurantes favoritos de los Cristianos,  distintos ambos y que tienen la mejor comida y el mejor servicio de toda la plaza.

Comenzamos en EL CINE (@restaurante_el cine), donde el simpar Juan Carlos, su propietario, te recibe con una sonrisa contagiosa y una simpatía a raudales para ofrecerte una carta no muy amplia pero sí espectacular que va desde unas simples pero exquisitas sardinas, un estupendo pulpo frito o una ensalada de tomates espectacular. Hace años que no como una ensalada con un tomate tan bueno. Especialmente recomendado para familias con niños por carta y precio. Eso sí, es aconsejable ir temprano si no se quiere esperar mucho porque no admite reservas y lo han descubierto los guiris desde hace muchos años. En otro lugar de este medio hay un banner con la carta y precios. Si siguen mi consejo, buen provecho.

Sin salir de la calle, y como complemento al anterior, está el restaurante A BORDO que bajo la mano maestra de su dueño José Luis al frente, con el inestimable apoyo del jefe de sala Xenel, la guapa Marian  y una legión de eficaces y multiculturales camareros –se pude pedir la comida hasta en idioma urdú– le ofrecerán el pescado, los mariscos más exquisitos y frescos con  los mejores arroces  que se puedan degustar en la zona, y una relación precio calidad increíble. No son de desdeñar, sino más bien al contrario, sus ensaladas, los entrantes de pulpo y camarones fresquísimos. Lo dicho, si me pierdo, búsquenme en cualquiera de los restaurantes de este callejón con nombre de un viejo pescador de Los Cristianos que se llama Juan Bariajo. Aunque sin faltarle el respeto al señor Bariajo, espero que algún día cambien el apellido por otro de origen colombino.

Pero si realmente andan escasos de apetito, pero no de gusto, en la calle de atrás de estos restaurantes, que lleva el poético nombre de Dulce María Loynaz, se puede degustar una exquisita ensalada hecha a capricho del consumidor con productos de km. 0 en un pequeño local que hace esquina llamado LUXSALAD  (www.luxsalad.com), preparada por dos atractivas belgas que son un dechado de simpatía y buen servir, o subir una calle o dos más y contemplar a toda la familia de Winnie de Poo que ha sido adoptada por un restaurante thai y se sientan en su terraza y comedor, eso sí, muy respetuosos cambian de sitio cuando llegan los comensales. O visitar el restaurante de toda la vida de Los Cristianos el LINARES, que con Alí derrochando profesionalidad y simpatía al frente, tiene una hermosa terraza en la avenida principal.

Se puede comer y comprar en este pueblo hasta bien tarde y a las diez de la noche, si le apetece, puede adquirir un polo o camiseta de las mejores marcas, auténtico o auténticamente falso, según la disponibilidad económica y el gusto del comprador.

En fin, termino diciendo que hay que dar gracias a que existan los Cristianos, que tiene hasta cura políglota, el padre Manuel Ángel Izquierdo, que ofrece misa en varias idiomas, una tranquilidad superlativa y cero inseguridad; las únicas sirenas que se oyen es cuando llega una patera llena de gente que arriesga su vida cruzando el mar en pos de otra mejor que no siempre encuentra. Y una recomendación especial si es automovilista o llega en coche a Los Cristianos: la Policía Local tiene cero empatía con los foráneos, cuanto más foráneo menos empatía. No disculpan un minuto de mal aparcamiento ni un giro equivocado a quien viene de lejos y casi siempre de mala manera. No le han explicado a estos uniformados, que la policía de la urbes, o sea  los los guardias urbanos tienen que tener ante todo urbanidad y buenas maneras. Todo lo contrario que los miembros de la Policía Nacional que patrullan por la zona, que son todo amabilidad y educación y se parten lo que haya que partirse por ayudar a todo el mundo, especialmente a los visitantes.

Que aprendan aquéllos de éstos, que son los que viven –y muy bien, por cierto– del presupuesto municipal, que se nutre principalmente del dinero que dejan los visitantes. Pero  como decía un filósofo de secano natural de La Gomera llamado Adelio Manuel: “La culpa no la tiene el perro que te muerde, sino el cabrón que le suelta la cadena”, que traducido a lo que comento quiere decir el concejal que ejerza las competencias del área de seguridad y policía.