Lanzarote

Bulle Lanzarote con esas celebridades sobre sus volcánicas arenas, Sánchez, la Bego, Zapatero, Illa y toda la basca, a la que se unirán Torres, Clavijo y quizá el delegado del Gobierno, Anselmo Pestana, ungido por la Virgen de las Nieves. Y será maravilloso compartir el verano con ellos, aunque no creo que nadie comparta nada porque no podrá Sánchez –ni Zapatero, el otro quizá— salir a la calle porque recibirán abucheos de la lejana multitud, ya que los sabuesos del presidente no dejarán acercarse al pueblo, que yo creo que tampoco lo pretende. Las islas son tentadoras: el rey, por fin, elige Mallorca para sus vacaciones, se han desembarazado del emérito, allá en los Emiratos, y los otros se vienen a Canarias, gratis total, a pasar su asueto al sol a nuestra costa. Ay. Lanzarote, que fue un caballero de la Tabla Redonda, si no recuerdo mal el relato de la patria Camelot, es la sede, pues, de la vacación de estos caballeros indeseados y de la reina Ginebra, que no se llama Ginebra sino Begoña y que es, por su virtud, primera dama del reino. Tiene mucho mérito que este sea el primer presidente español que hable inglés, antes de que Aznar lo aprendiera de Bush cuando aquello de “estamos trabajando en ello…” y de que Ana Botella promocionara Madrid con un “café con leche en la Plaza Mayor”, o algo así, dicho en espanglish. Veintipico días estarán algunos de los mentados en Lanzarote, disfrutando de la mansión que don Juan Carlos regaló al Patrimonio Nacional y donde murió su pobre madre. Ellos no volvieron más porque aquella casa les trae malos recuerdos. Ahora la disfruta Sánchez, que es casi rey con los votos prestados de algunos indeseables. En fin, que habrá que aguantarse porque parece que le asiste el derecho, aunque el derecho en España a veces se cumple y otras veces no. Que disfruten, que el poder se acaba y el poder absoluto se acaba absolutamente. ¿O no recuerdan aquello de la bendita Transición?: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Sólo falta Pumpido para que puedan convertirse en una orquesta. Amén.