La última cabronada

Con la entrega a Cataluña de la recaudación del IRPF y próximamente la del IVA, es decir del 100% de los impuestos, Sánchez expide a esa comunidad autónoma un salvoconducto para que lo intente de nuevo. Ya saben ustedes qué. Lo próximo será pactar un referéndum y que Cataluña sea independiente. Es la última cabronada de este caradura antes de salir del poder a sombrerazos. No podrá vivir en el resto de España, pero puede que catalanes o vascos, ya independientes en ese momento, le concedan algún tipo de asilo. Si no, todavía queda la República Dominicana, donde al parecer el pájaro tiene algunos ahorros. Los vascos quieren la Seguridad Social y la tendrán, se rompe la caja única del Estado, Torres está haciendo de colaborador necesario del dictadorzuelo de aldea y ello a cambio de que los partidos secesionistas catalanes y el PNV, más católico que un obispo y más españolazo que el general Mola, obtengan sus prebendas. A los vascos les hablas de independencia y en Neguri se hinchan las venas de sus acaudalados residentes, que no quieren líos sino vivir en paz en una de las zonas más bonitas y europeas de España. Además, ahora vascos y catalanes están a la greña gracias a un espabilado Niko Williams, que vive en Getxo y que vino a renovar la raza. Pero Sánchez, antes de que lo manden a la mierda, tiene que cumplir con Junqueras y compañía limitada para que les permitan permanecer un día más en el poder, tal es su falta de pudor. Parece mentira que vaya a ser don Sabiniano, paz descanse, el que acabe con su yerno más amado, tal es el revuelo que los antecedentes de la familia han causado en Europa, que es muy liberal menos para eso de los burdeles con olor a hombre. En fin, que se acabó la armonía fiscal en España, los españoles no son todos iguales ante el fisco ni ante la Seguridad Social (por cierto, de Franco), ni ante la ley, y desde que otra comunidad denuncie la cosa, el pifostio judicial será inevitable. ¿Qué necesidad tiene el galgo de Paiporta de montar este penúltimo pollo? No lo sé, pero es tal su amor por La Moncloa que se pega como una garrapata al sillón del Consejo de Ministros. Cuidado con las garrapatas.