En la madrugada del sábado al domingo, como digo en un video que ha hecho fortuna en las redes, me despertaron unos individuos violentos y posiblemente drogados, que intentaron abrir la puerta de entrada de mi edificio, tocaron insistentemente en todos los timbres de las viviendas y cuando me asomé, para afearles su actitud, al balcón de mi casa, me insultaron, me amenazaron y me animaron a que llamara a la policía y me lanzaron latas de cerveza. Yo telefoneé al 112, pero la policía no apareció, por lo que vuelvo a rogar al delegado del Gobierno, Anselmo Pestana, al que considero un buen hombre y cumplidor de su deber, para que alerte al comisario responsable de la Policía Nacional en el Puerto de la Cruz, o quizá al jefe accidental de la Policía Local, de que sus hombres no acudieron a la llamada de auxilio de un ciudadano a punto de cumplir 78 años que necesitaba ayuda. La culpa de los desalmados debe ser compartida con los odiosos habitantes de un piso de alquiler vacacional –ilegal— en la planta segunda de mi edificio, a cuyos siete ocupantes llamaban a gritos, de madrugada, los alborotadores, que lograron acceder al edificio, aporrear la puerta del segundo B y los que supuestamente estaban en el interior del piso no les abrieron. Ahora que estamos en época de la declaración de la renta (si esta noche no hemos ingresado lo que tenemos que pagar, al menos el primer plazo, mañana nos encontraremos con un recargo para que se lo gasten en putas los amigos de Sánchez y quién sabe), bueno sería recordar que pagar impuestos nos da derecho a que la policía atienda nuestras llamadas de auxilio, como ésta mía de la pasada madrugada. Porque estaban lanzando objetos sobre mis ventanas, algunos de los cuales rebotaron en las paredes del balcón o quizá en sus barrotes de madera. Me sentí, como digo en el video, desamparado. Di mi nombre y mi teléfono al 112, la conversación debe estar grabada. Me preguntaron si los gamberros habían violentado alguna vivienda, les contesté que no, pero que sí habían penetrado en el edificio y que estaban aporreando una puerta. La policía, a la que los mismos asaltantes me animaban a llamar (debe ser que no le tienen respeto alguno a las fuerzas del orden), hizo mutis por el foro. Yo le pregunto a Anselmo Pestana, ya digo hombre al que creo muy sensato: ¿qué debo hacer la próxima vez, comprarme un bate de béisbol, por si caso? ¿Tengo derecho al descanso, a la paz nocturna o no me van a ayudar? ¿Debo contratar a un segurata, como en los buenos tiempos en los que tenía que llevar escolta porque me amenazaban los políticos? ¿Deberé reforzar mis defensas domiciliarias con agentes jubilados de la Guardia Civil, a mi costa, Anselmo, o irme a vivir a otro país?
lunes, 1 diciembre,2025





