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La flotilla turística de “ayuda” a Gaza de Ada Colau y de Greta Thumberg –que parece que dimitió cuando vio la bengala y la confundió con un misil— bordea Creta, en su periplo por el Mediterráneo. Sánchez, el premio Nobel, ha dicho que enviará un barco militar de apoyo, que como se acerque mucho a la costa de Gaza será bombardeado por los israelíes, que tampoco están dispuestos a que la comida enlatada, caducada y vomitada de la flotilla llegue a los terroristas de Hamás, que se la venderán a precio de oro a la pobre población doliente de la franja. Esa flotilla está abocada al desastre y como se hunda un barco, uno sólo, la responsabilidad caerá sobre los organizadores de esa marcha verde marítima. El mundo se está volviendo completamente loco. Y al premio Nobel no se le ocurre otra que mandar un barco de la Armada, de escolta, tomando parte, una vez más, en un problema que no le concierne. Sí le conciernen los palmeros, a quienes todavía no se les ha entregado las ayudas por los daños del volcán. Con lo que cuesta mover el Falcon del Ala 45 que utiliza Pedro Sánchez, día sí, día no, ya se habrían pagado las indemnizaciones. Este tío ha perdido la razón y realmente yo creo que se cree premio Nobel de la Paz, que fue una ocurrencia de su bufón, el canario Ángel Víctor Torres, que con tal de seguir siendo ministro le baila un zorcico a Sánchez a las puertas de La Moncloa. Este país y este Gobierno han perdido totalmente el rumbo, más aún que la flotilla, que para llegar a Creta ha hecho más escalas que el Caribillo de Iberia que hacía aquella ruta Tenerife-Las Palmas-El Aaiun-Casablanca-Sevilla-Madrid, en el Convair Metropolitan y en la noche de los tiempos. Llevaba el correo. Yo lo abordé muchas veces porque me encantaba viajar en avión en aquellos tiempos remotos. Y pensar que todo lo hace el premio Nobel para desviar la atención de los casos judiciales de su mujer y de su hermano. Por cierto, no se extrañen ustedes que a los miembros del jurado del juicio de Begoña les mande Sánchez la Inspección de Hacienda. Vamos, que es capaz de hacerlo lo aseguro yo con la mano sobre la Biblia. No digamos la Montero, que baila el zorcico, junto a Torres, en la ceremonia chimba del Nobel, a celebrar en cualquier plaza de toros de Madrid. Ay, perdón, toros no, porque estos no quieren ni al toro de Osborne.