Tenerife conoce desde hace años las consecuencias del ladrillo en enclaves de alto valor ambiental.
La expansión de Playa de Las Américas y Costa Adeje sobre antiguos cardonales y tabaibales, el Palm-Mar junto al malpaís de Rasca o los episodios más recientes de Cuna del Alma o La Tejita (estos últimos frenados tras la contestación social y la sobredimensionada cautela de las administraciones) son solo algunos ejemplos.
Poco saben que hubo otro lugar de Tenerife que estuvo a punto de sucumbir a una operación urbanizadora.
Fin turístico
Hubo un tiempo en el que Punta de Teno coqueteó con el urbanismo. A finales de los años 60, sus entonces propietarios levantaron un chalet aislado (y sí, hoy es aun de titularidad privada y se explota como alquiler vacacional) como “vivienda piloto” de una urbanización turística que nunca llegó a ejecutarse.
Esa construcción, visible ya en ortofotos de los 70, es anterior a la protección del espacio y suele citarse como el vestigio material de un proyecto finalmente descartado. Así lo han recordado recientemente fuentes insulares recogidas por la prensa local, que sitúan el “plan” en manos de Teno S.A., propietaria de la finca en aquella época.
La indecisión y la falta de proyecto en firme durante aquella década supuso, quizás sin saberlo, el fin del mismo, ya que, entrados los 80, se impulsó un nuevo marco jurídico que desembocó en la Ley 12/1987 declarando el Parque Natural de Teno, inaugurando un marco de protección que blindaba el macizo noroccidental de Tenerife.
Posteriormente, la Ley 12/1994 reclasificó el área como Parque Rural, figura que combina conservación y usos tradicionales. Y el Decreto 309/1999 aprobó el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG), que ordena los usos, zonifica el territorio y cierra la puerta a nuevas urbanizaciones dentro del ámbito protegido.
El PRUG ha sido objeto de revisiones y correcciones cartográficas en los años siguientes, pero su filosofía restrictiva respecto al urbanismo se ha mantenido.
Otros proyectos
Lo que sí prosperó, ya fuera del parque, fue un modelo turístico contenido en el entorno de Buenavista del Norte: un campo de golf y el hotel Hacienda del Conde (Meliá Collection), que operan en el borde de la llamada Isla Baja con planes y licencias propios.
En la actualidad se está llevando a cabo la rehabilitación del faro de Teno para crear un centro interpretativo con servicios básicos (baños, ordenación del aparcamiento para autorizados, zona de giro), actuando sobre elementos existentes sin alterar la esencia del paraje.
La singularidad de Teno, con sus acantilados, litorales volcánicos y cardonales, explica el consenso actual en torno a su alto valor ecológico y paisajístico. La propia información oficial de turismo insular subraya que el parque se ha conservado gracias a su aislamiento y a la regulación de usos.
De haberse impulsado aquella urbanización costera, Punta de Teno habría perdido precisamente lo que hoy la hace única: su condición de último balcón virgen frente a Los Gigantes y La Gomera.





