La Bego creyó que con su marido en el poder, ella era la conseguidora de España. Casi lo consigue, pero siempre hay gente vigilante que intenta impedirlo. La Bego resultó ser una farsante y ahora está investigada por un juez implacable, ya al final de su carrera, que la ha trincado en varios renuncios y que está a punto de elevar a juicio oral sus presuntos delitos, que son graves. Tiene a su lado a su esposo, el sátrapa, y al Tribunal Constitucional, que la indultaría, en su caso, si le diera tiempo, porque ya se sabe cómo actúa este tribunal de garantías: como un tribunal de instancia o de casación, quizá, y en beneficio de quiénes. La Bego ha hecho carrera de una forma bastante impresentable, creyéndose la reina del mambo. Se cuentan cosas muy curiosas de su andadura empresarial, algunas de ellas hasta escabrosas, pero no seré yo quien las exponga sin pruebas. Ya saldrán, y si no aparecen, mejor para ella, que yo no le deseo mal a nadie. Ha dicho Gabriel Albiac algo muy evidente en uno de sus excelentes artículos: “Hay un mérito que los historiadores de los siglos por venir habrán de reconocerle a Sánchez: haber sido la prueba fáctica de que la España actual es un Estado fallido”. Estoy completamente de acuerdo con el relevante filósofo y articulista y lo he dicho muchas veces. Es el último Estado fallido de Europa, un Estado/galimanías de evaluación difícil y de definición todavía más complicada. Parece mentira que, transcurrido el primer cuarto del siglo XXI, las instituciones se dejen avasallar por un sátrapa de este calibre, que ha ingresado en la nómina de la Mafia política de los dictadores de las repúblicas bananeras, que son la auténtica herencia de España en América. Las colonizaciones siempre han resultado un mal asunto, así que al margen de herencias y de leyendas, las instituciones españolas han sido sometidas ¡por la Bego! y por su marido el sátrapa de salón, sin que un partido supuestamente serio como era el PSOE y el propio blindaje de las instituciones, ni tampoco la oposición, hayan sido capaces de evitarlo. Y ahí seguimos, sin que, todavía se vislumbre un rayo de esperanza. Y aun así, quienes, uniéndose, podrían echarlo cuando toque, a Vox no se le ocurre otra cosa que renegar del PP, que, con sus gravísimos errores, lo está intentando. Y entonces tendremos a Sánchez para rato.
lunes, 1 diciembre,2025





