La iletrada ministra María Jesús Montero ha pedido perdón por su metedura de pata al opinar sobre el valor de la palabra de la mujer presuntamente agredida y la constitucional presunción de inocencia del agresor. Bueno, es un paso. Supongo que el felón le habrá dicho que se pasó tres pueblos, como se pasó él con las universidades privadas, en una de las cuales le regalaron sus títulos. Es un suponer. La primera dimisión por las mascarillas, pero disfrazada de “temas familiares”, es la de Antonio Olivera, número 2 del ministro Torres. La ha anunciado hoy. Está hasta el cuello con el caso mascarillas y ha pensado que lo mejor será quitarse de en medio. La Guardia Civil detecta y desarticula una célula de ¡Hizbolá! en España. No hay mucha información, pero sí varios detenidos y habrá más. Yo pensé que estos terroristas no salían del Líbano, pero parece que sí. El Consejo General del Poder Judicial, sin citar a Montero pero después de lo de Montero, sale en defensa de los jueces y publica una nota aséptica pero contundente: “Déjenlos trabajar”, dicen, más o menos. Y el país sigue su derrota hacia el caos, sin presupuestos, con un Parlamento que ya no sirve para nada (porque se gobierna por decreto) y la incertidumbre de cuánto nos van a subir los impuestos para que el sátrapa pueda pagar a la OTAN lo exigido en materia de Defensa. Será mucho, ya lo verán. Lo que pasa es que como es poquito de aquí y poquito de allá no se nota demasiado hasta que no haces las cuentas. La prensa dice que Begoña Gómez no sale apenas de La Moncloa, que la han metido allí para que no tenga presencia en actos y los ciudadanos ni la abucheen ni la recuerdan. Pero la justicia, que es lenta, es también una rueda, al menos en España. Una rueda implacable y quien entra en un juzgado nunca sabe cómo va a salir de él. Begoña Gómez está muy tocada, pero mucho. Yo no deseo que vaya a la cárcel pero me da que la condena va a llegar porque veo pocos elementos que la puedan salvar. Lo que pasa es que, cuando llegue, ya no será “primera dama” ni su marido el presidente. Los tiempos corren para todos. Sánchez está demasiado delgado, necesita retoques en la ropa, pero se ve que el sastre de La Moncloa está tan de vacaciones como el sastre de Tarzán. Les he dado un pequeño paseo por la actualidad. Qué pena de esos mineros de Asturias y qué pena de Nueva Canarias, cuyos miembros atentan contra el progreso con relación a las “tierras raras” de Fuerteventura. Los románticos aficionados no tienen cabida en la política. Y, demás, el romanticismo hay que aplicarlo bien, con lógica. No con pescadores, ecologistas aficionados y otros seres ignorantes de la ciencia y del progreso. Es mi opinión.
martes, 2 diciembre,2025





